CORNADA DE LOBO
Isoflavonas
UN ZOO en la barriga. Eso es. Se venden productos para bajar el colesterol, poblar la fauna intestinal o engrasar con soja los engranajes que roncan con la edad o las lorzas que se pegan a la cintura. Un poco más y el frigo acabará siendo un botiquín. Todo son enjuagues químicos y bacterianos, bichos padentro, trágatelo sin azúcar. Seguramente serán productos sanos y recomendables, pero es la primera vez en la evolución humana que metemos animalitos microscópicos en la dieta y distintos a los que de forma natural hemos venido tragando para bien de nuestro ecosistema interior. Todavía no ha pasado una generación que permita averiguar las salvíficas cualidades de lo que engullimos, de modo que solicito salirme de la cola y aguardar las consecuencias antes de ensayar. Pase usted primero y me diga si estos bichos son ciertamente buenos o si han aumentado las guerras que se declaran en nuestras tripas. Hay una señal que demuestra que perdemos el culo por imitar al primo norteamericano: los espacios dedicados en grandes superficies a comida para mascotas y a productos dietéticos se han multiplicado por diez en los últimos años prometiendo devolvernos una silueta de sílfide, controlar el colesterol o poner firmes las tetas... qué obsesión. Gran jeta. Las isoflavonas, por ejemplo, dicen que son un rayo luminoso de energía positiva que nos entra por la boca, los dermacloritos hacen tirabuzones de alegría en el estómago y el omegatrés te garantiza erecciones a los ochenta y cinco, ya ves. O sea, que si el frigo es botiquín, nuestro estómago está siendo convertido en laboratorio experimental. Las ovejas no jalan isoflavonas, aunque tengo dudas si están estabuladas en cebadero; hablo de ovejas de campo y rastrojera, de puerto y careo entre peñas. Su inmunología elige entre el pasto. Hace unos días la vi comiendo algo inaudito, unas orquídeas propias de flora cazurra y paramera, orquídea menuda y morada que mide una cuarta (o sólo cuatro dedos en años como este de sequía que ellas ya barruntaron antes). Así que a los cerdos les echamos margaritas, pero las ovejas no esperan a que alguien les eche orquídeas. Las zampan. Seguramente les sientan bien. Como lo descubra algún laboratorio vendrán a robárselas y nos las colarán en algún otro potingue. Lo verás.