Diario de León
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LUIS ARTIGUE
León

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LA CULTURA también tiene su épica; también tiene sus héroes. Se trata de una épica cotidiana, sin efectismos, tan pequeña que parece de juguete. Se trata de unos héroes feos, carismáticos, con tos tabacosa y sotana a modo de escudo. Y, lo sepamos o no, esos héroes cotidianos y épicos nos han traído hasta aquí. Por eso el principal sentido que han tenido las Jornadas de Homenaje a don Antonio González de Lama -celebradas esta semana en el Aula Magna de Filosofía y Letras- ha sido no tanto el reconocimiento como el redescubrimiento, la perpetuación y la lucha contra el olvido. Claro, es misión de la Universidad que las generaciones jóvenes, las gentes que no conocimos a don Antonio ni leímos su obra, sepamos que existió, insistió, soñó y luchó un hombre trascendente y trascendental para la cultura leonesa del siglo XX. Un periodista, profesor, crítico literario y hombre de bien cuyo magisterio luminoso es recordado y celebrado por muchos de quienes le conocieron. El nombre de Antonio González de Lama está unido al Diario de León porque escribió en este periódico y hasta lo dirigió, como documentada y tiernamente nos contó Félix Pacho Reyero. Igualmente tuvo que ver con la Biblioteca Sierra Pambley y la Asociación Leonesa de la Prensa pero también y sobre todo su buen nombre está ligado a aquella epopeya cultural y utópica que fue la Revista Espadaña. Así nos lo relató sentimental y nostálgicamente el maestro Victoriano Crémer quien habló, hizo una oda y hasta una elegía, y terminó con el corazón en la mano diciéndonos que no podemos olvidar lo que pasó durante la Guerra Civil porque si olvidamos nuestras tragedias estamos condenados a repetirlas; y no podemos igualmente olvidar a don Antonio y su labor porque estaremos entonces condenados a que aquí un hombre así no se repita. Sí, hubo gentes de valor y valía que hicieron firme el suelo que ahora pisamos; hubo maestros casi mesiánicos como Antonio González de Lama que creyeron en un León mejor dentro de un mundo mejor, y por eso lo mejor de León y lo mejor del mundo tienen algo de ellos; de él. Sin duda le debemos este tributo de reconocimiento y de agradecimiento. Sin embargo los jóvenes, para poder conocer de forma amplia y vívida a nuestros héroes espirituales, necesitamos que las historias y la Historia se cuenten con rigor y por completo. En este sentido las Jornadas, que han sido todo un éxito por su calidad y calidez, hubieran resultado redondas de haber contado, además, con la participación de dos nombres clave para conocer a don Antonio, y para entender Espadaña: Eugenio de Nora y Josefina Aldecoa. ¡Dos ausencias notables! Si algo hemos aprendido de este evento y de todo lo que se ha dicho y escrito sobre don Antonio, es que la cultura y la sabiduría tienen que ver sobre todo con la personalidad y con la conducta. He aquí un hombre que, como Sócrates, Buda o Cristo, nunca escribió un libro pero sale en muchos y su nombre ahora está incluido en nuestra personal Historia de la Percepción, de la Libertad y de la Verdad. Escuchar a Antonio Gamoneda, Antonio Pereira y Victoriano Crémer hablar sentidamente sobre el iluminador magisterio de aquel cura liberal, conmueve por lo que tiene de testimonial y de humano, sí, y también porque nosotros diríamos lo mismo sobre ellos. Oh, existe una épica sencilla que no debe pasarnos desapercibida. Sí, hay héroes entre nosotros, y son héroes quienes han conseguido que esata ciudad, ahora, siga en pie. Su ejemplo nos emociona y obliga, y el mejor tributo que se les puede brindar son estas "jornadas para que nada importante se olvide". Por eso, ahora que estamos en pleno Año del Quijote, hemos de saber y hacer saber que hay caballeros andantes entre nosotros, que hay Quijotes, y su incomprendida e imprescindible existencia no sólo es buena para la cultura, sino para la vida necesitada de dignidad y de belleza. Sí, hay héroes entre nosotros, y héroes nos han traído hasta aquí. Uno de ellos fue aquel cura de la triste figura llamado Antonio G. de Lama.

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