De León al Everest | Diario de una aventura
«Respiramos nerviosismo»
La ventana de buen tiempo -no más de 20% de humedad, 20 grados bajo cero y vientos de 20 km/hora- se hace esperar para culminar la hazaña de tocar el Everest
Queridos lectores, de nuevo os escribo desde el campo base del Everest. Me había prometido que no subiría más de cuatro veces por la cascada del Khumbu, pero la espera en el campo base acabó superándome y agobiándome. Así que decidí subir de un tirón al campo II (6.400 m) el domingo. Pese a mis «fuentes» meteorológicas, escogí un mal día. Es decir, el tiempo me la jugó como cada día. Y al día siguiente, a las cinco de la mañana, subí hasta el campo III (7.300m). Hacía un frío infernal y el viento soplaba a más de 50 Km/h. Las condiciones que tuve que padecer en este vertiginoso campamento de altura, ubicado e n la pared del Lhotse, eran las típicas para las temidas congelaciones. De hecho, algunos escaladores las padecieron y también varios sherpas, en manos y pies. Debo reconocer que el frío me estaba atenazando y decidí descender al campo base de un tirón sin dormir en el III. Nunca debería haber subido, pero una supuesta «ventana» para el 18 de mayo precipitó mi decisión. Esta ventana se cerró y ahora estamos todos los expedicionarios a la espera de una nueva «ventana» entre el 20 y el 25 de mayo, coincidiendo con la luna llena. Para que me entendáis, una «ventana» es un período de buen tiempo en el que la humedad no supera el 20%, el viento no excede de 20 km/h, y la temperatura está en torno a los - 20ºC. Pero este año, ni un sólo día se han producido esta condiciones y ya asumimos que tendremos que intentar cima con humedades más elevadas, lo que puede dar lugar a la formación de nubes, precipitaciones y pérdida de visibilidad, algo muy peligroso a esas alturas. También asumimos que el viento va a ser más fuerte de lo normal, y sobre todo que las temperaturas se situarán por debajo de - 30ºC todos los días. Va a resultar muy difícil y hay que estar muy vigilantes con las congelaciones. Yo confío en mi material y sobre todo en saber decidir qué hacer si éstas comienzan a producirse. La verdad es que en el campo base se respira un ambiente de cierto nerviosismo y más de la mitad de los expedicionarios están de vuelta a sus países. Según mis planes, siempre que se confirmen las condiciones, mañana subiré para el campo II con la intención de alcanzar la cima el día 23 y regresar «victorioso» lo antes posible. Hoy por hoy me encuentro muy bien, tanto física como anímicamente, y sólo espero que llegue el tan ansiado día para el ataque final a la cima. Ya tengo los cuatro campos de altura instalados, incluido el difícil campo IV a 8.000 m. en el temido Collado Sur. En el campo base no hay mucho que hacer. Salimos de las tiendas cada vez que se produce una avalancha, que en los últimos día son continuas y cada vez más grandes. La cascada del Khumbu ha cambiado por completo y ahora discurre por otro itinerario, por los continuos desprendimientos de hielo. También he intentado rescatar algo de mi tienda y material del campo I, destrozado por una gran avalancha. Pero fue en vano, sigue enterrado a varios metros de profundidad. Doy por perdido más de 2.000 euros de material, más otros tantos que me he gastado en comprar a precios disparatados lo imprescindible para continuar la escalada. Hoy dedico la crónica a mi amigo José Luis Aparicio, Álvaro (se casa y no llego a la boda), mis sobrinos Pablo y Diego, y a mis tios Cesar, Manuela, Tasia, Lucia, Mario, y a mi casera Pilar, que tan bién se porta conmigo.