Recuperadas las proteínas de una especie extinguida
Los investigadores secuenciaron el ADN del bisonte y su proteína, la primera vez que se ha conseguido esto en el mismo fósil, pero creen que la nueva técnica podría ayudarles a establecer el mapa genético de fósiles mucho más antiguos en los que el ADN ya se hubiera descompuesto. Pero los problemas son muchos, pues para conocer exactamente la evolución de las especies hay que remontarse no a miles, sino a millones de años. El método tradicional de comparar las especies antiguas con las modernas para saber cómo han cambiado a lo largo del tiempo era un método morfológico, es decir, la comparación de la forma y tamaño de los huesos. Pero ese método es propenso a errores, pues se basa en apreciaciones subjetivas y algunos huesos como los del cerebro son maleables y propensos a cambiar de forma. Sin embargo, extrayendo la información bioquímica de un fósil, los científicos pueden hacer comparaciones objetivas y más precisas entre las especies antiguas y modernas, que podrían aportar nuevos datos sobre su evolución. La doctora Christina Nielsen-Marsh, que ha participado en las investigaciones, explica: «Aunque 55.000 años parecen mucho tiempo, no son suficientes para hacernos una idea real de la evolución. Tenemos que remontarnos mucho más atrás y analizar fósiles mucho más antiguos para ver cómo han podido evolucionar las especies a lo largo de millones de años».