Diario de León

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BAJA MIERDA río abajo. Ya no tienen que ir los ríos a la mar, que es el morir, porque palman antes en el intento, en el tránsito emponzoñado. Demoledor el último informe de los técnicos: el Órbigo en cinco tramos y el Bernesga en la ciudad que lo fusiló con cemento tienen tufo de alcantarilla, están podridos. La cosa, por reiterada, no es noticia. Pasa nada. Se tira de la cadena y ya está. Pasa página. Si es imperdonable que una sociedad industrializada sacrifique su mejor patrimonio natural, que es el agua, en tributo a lo siderúrgico o químico, ¿qué decir de estos ríos muertos en una tierra que ni siquiera tiene industria? ¿Quién enguarra? es la pregunta. ¿Por qué siguen enguarrando? es lo desolador. ¿Quién lo permite? es el quid. No parece difícil averiguar quien caga en el río; no ya el cagadón, que es obvio y de cuando en vez se delata el crimen y cae la sanción, sino la cagadita diaria, el vertido sutil, la mierda perpetua. Ahí está la madre de la muerte. ¿Cuántos ayuntamientos son denunciados por arrojar a su río las aguas fecales que después han de beberse aguas abajo? ¿Cuántas industrias, explotaciones ganaderas, tallerines o particulares suben a la picota de la vergüenza pública y al expediente de sanción pertinente?... Los ríos son violados sistemáticamente. ¿Es que en este caso la policía es tonta y no es capaz de encontrar a los violadores? Hay ayuntamientos que arrojan al río todas sus porquerías o localizan en el río sus vertederos de escombros y materiales inertes (?) y no disponen de un mínimo sistema de depuración, mientras en la plaza del pueblo luce un pifostio de fuente isabelina innecesaria y carísima o chorradones mil de ornato hortera que costaron la millonada impertinente de turno. La fuente da votos; la depuradora resta fondos; y proceden en consecuencia. ¿Y en qué condiciones retornan al río las aguas sobrantes de riego o las escorrentías pluviales después de haber lamido unos campos saturados de fertilizantes, insecticidas, fungicidas y tratamientos químicos? Todo acaba en un río en el que se siguen entendiendo como más importantes unas obras de apresamiento y reducción, escolleras y robos, antes que su limpieza y salubridad, su dignidad saqueada. Y recuérdese: Dios existe y es al agua. Así, quien se caga en el agua está cagándose en Dios (y piensan que no es pecado).

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