Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Los gatos príncipes

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VICTORIANO CRÉMER
León

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EN TODO MOMENTO HISTÓRICO ha habido escritores del sistema -aquellos que vivían estrictamente en el momento y las circunstancias sociales que les habían tocado y cuya obra, a lo sumo, trataba de denunciar y mejorar esas circunstancias- y escritores activistas -los que, desde el momento y los acontecimientos en las que estaban insertos fueron y son capaces de vislumbrar otro mundo u otro orden de cosas-. Estos últimos, los escritores visionarios cuya vida y cuya obra habla elocuentemente de un mundo más amplio y pleno, los que van a la contra tratando de ampliar el concepto de Orden y el concepto de Bien para hacer así avanzar la vida pública y la Historia, son los Gatos Príncipes. Así se titula intencionadamente el último libro de poemas de Luis Antonio de Villena ( Los Gatos Príncipes Editorial Visor. VII Premio Internacional de Poesía Generación del 27), y por eso en sus páginas se alza inteligentemente la voz contra «la infamia del orden», se propone una «radical desobediencia», se anhelan los «dioses antinormativos» y se hacen hermosos homenajes poéticos a «gente que siempre será un grito contra todo». Sí, este poeta, contestatario a su manera, lleva años introduciendo en la poesía española ritmos y sonoridades nuevas como complemento de un lenguaje bizantino que hace de sus libros de poemas excelentes vehículos de conocimiento. Se aprende, reflexiona y evoluciona más de lo que se siente con sus libros de poemas. Se dice más de lo que se calla en sus libros de poemas. Se entiende casi todo en sus libros de poemas y por eso, tras leerlos, no replantearnos nuestra personal visión del mundo sería ya un acto de decidida inmovilidad. En mi opinión lo más sobresaliente de este libro no es su ritmo innovador, ni su gran erudicción, ni su tono confesional por momentos extremecedor, ni su apuesta por la sencillez elocuente del deseo, ni sus homenajes literarios en los que se entreven ciertas identificaciones del autor... Más bien lo sobresaliente de este libro es su mensaje, su denuncia, su desenmascaramiento y la necesaria amplitud moral que nos trasmite. Sí, en plena dictadura de lo políticamente correcto este poeta, como los griegos clásicos, como Hilda Dolitle u otras mujers brillantes de los Años 20, parece gritar: ¡yo quiero ser yo! Los Gatos Príncipes, en este mundo unidireccional y autodestructivo, son también la intacta y digna metáfora de lo salvaje, lo puro, de «la naturaleza que sólo es naturaleza». De ese modo todos nosotros podemos ser Gatos Príncipes si no desistimos, si logramos ver el mundo desde fuera, si preservamos alrededor nuestro un ámbito respirable, un poco de extrañeza y de belleza. Sofisticado y audaz, librepensador, trasgresor y original buscador de la autenticidad es hoy día ese tipo de ser humano, el Gato príncipe, el Bello Tenebroso. Y es que, en el fondo, este libro de poemas está inserto en una parte fundamental de la obra de Luis Antonio de Villena cuyo tema es la masculinidad; más concretamente la necesidad que nuestra sociedad tiene de un nuevo modelo de hombre. Sí, cada poema de este libro esencialmente nos dice que se puede ser hombre de otra forma, que nuestros modelos públicos están gastados y hasta caducos, que ya no hay reglas de género que de verdad funcionen. Necesitamos una redefinición de la masculinidad tanto como necesitamos la pluralidad del mundo, y tanto como necesitamos la poesía. Nuestro planeta gira pero no siempre avanza. Menos mal que nos quedan la lucidez y la palabra. Menos mal que aún existen Gatos Príncipes.

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