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CRÉMER CONTRA CRÉMER

¡Por favor, un vaso de agua!

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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LOS AYUNTAMIENTOS del Voto, que es como conocemos a los oficialmente responsables de las salidas de su Alcázar de Patrona de los Caminos de León, han suscrito y firmado naturalmente, la próxima y dramática andadura de esta virgen que no está para paseos litúrgicos ni municipales, dado que según el entender del común de vecinos de los pueblos del dicho voto, no es bueno ni piadoso andar con una madre; que lleva en el regazo un hijo muerto, en calidad de fetiche para la lluvia, que se niega por nuestros muchos pecados políticos; pues decía o quería decir que el sábado día 7, con sol del mes de mayo, fue conducido a hombros de los hombres buenos del voto, la Virgen protectora, hasta la Catedral de las luminosas vidrieras de Zurdo. Y las autoridades, sean o no del Voto, se han apresurado a solicitar la presencia del pueblo, de todos los habitantes de la provincia si puede ser, que adornen sus balcones y volteen sus campanas al paso de la Señora madre del Hijo muerto. Dicen o se empeñan en decirnos que no es que la Virgen salga en procesión para implorar la lluvia, sino que, al parecer, hace el recorrido, al cabo de no se sabe cuántos años en conmemoración de aquella aparición al pastorcito de ovejas, al cual le recomendó muy encarecidamente que allí a donde había sido producido el prodigio se levantara un templo que los dominicos, con la eficaz colaboración de Don Pablo Díez, habían de transformar en Alcázar, y enmendando la elemental arquitectura de la primitiva iglesia. Así se hizo y desde entonces los leoneses parece como si se sintieran más arropados en invierno y más frescos en verano, que como escribió el cronista «Lamparilla», León, este León de la Virgen del Camino y de don Mario Amilivia, es un pueblo pintoresco/ en invierno hace calos/ y en verano sopla el fresco. Pero no llueve por muchos que fueran los paseos de la Patrona. No es cosa de atribuir la razón o la sinrazón de que no llueva al presidente del Gobierno, el leonés José Luis Rodríguez Zapatero, ni por supuesto al alcalde de la capital, pero el caso es que no llueve, sea quien sea el responsable. Y la señora ministra del Medio Ambiente, Cristina Narbona, y de nuestras aguas empantanadas advierte que como no llueve las vamos a pasar difíciles, con las fuentes secas y los manantíos desbordados de barro. Los sembrados están más para el incendio que para el rebosante gozo del trigo, de la patata o de la vid, la flor del vino, que dijo Miguel Hernández. Y se sugieren soluciones, como por ejemplo, es un decir, el control del agua a la hora de lavarse la cara y la cruz; el corte del suministro en viviendas habitables; el taponamiento municipal de todas las fuentes públicas, si las hubiere. Se nos anuncia una nueva versión de los castigos bíblicos, sin que a los ilustres creadores de la ceremonia de «las cabezadas» por ejemplo se les ocurra pedir a San Isidoro un milagro moderno en forma de agua fresca rebosante. León, señoras y señores de todos los departamentos afectados por la pertinaz sequía necesita agua, agua, agua, en vez de Palacios o al mismo tiempo que el Musac, porque, es otro decir, que se dice, sin Palacios para congresos, sin Ferias de la Tapa, y hasta sin bibliotecas está probado que se puede vivir, mal paro se vive. Como no será posible resistir, lo diga la ministra o el chico de la portera, es sin agua. Y no podemos evitar las lágrimas cuando repasamos aquel famoso romance de «Delgadina», la triste y bella hija del conde condenada a morir de sed por un mal de amores del castrón de su padre: «Padre, si sois mi padre/ por favor, un vaso de agua».

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