Diario de León

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JODÍOS chinos. Arden adjetivos en las trastiendas acusando a su invasión textil de arruinar el sector ibérico de la tela y la puntada. Invaden mercados con prendas y copias escandalosamente baratas. Jodíos chinos. Veo una de sus tiendas, escaparate retacado, atiborre de género a la vista, cada cosa con su precio. Frena en seco una paisana y escudriña allí como en catálogo de venta por correo. No tardará mucho en volver con una amiga. Esa falda vaquera que ha visto es idéntica a otra de un escaparte de superpijería de los que sólo colocan tres prendas entre vacíos sin indicar precio porque el leñazo lo dan dentro, en privado. Un tipo generalmente bien informado advertía que estos precios están tirados temerariamente por debajo de su coste para minar el comercio textil y, una vez asfixiado, hacerse finalmente con el control de todo. Le digo que no parece tal, que un obrero chino del textil cuesta sólo cien euros al mes. No le convenzo; dice que aún así están perdiendo ahora por aguardar a ganarlo todo en su día. Industriales y comerciantes textiles respingan como si les pisaran el rabo. Jodíos chinos. Claman contra ellos. Hay cierto pánico. Las prendas chinas tienen su calidad, perfecta imitación, paño molón, pero no tienen que pagar sueldos de imperio occidental, ni diseñadores, ni viajantes, ni corretajes, ni esas publicidades bárbaras que convierten unas bragas de dos hilos en un atraco de doscientos mangos, que así llaman en Argentina a los dólares... Ya, pero nos roban el diseño y el futuro. Su competencia es altamente desleal. Le indiqué entonces a mi amigo que exactamente lo mismo comenzó haciendo un tipo nacido en Busdongo, Amancio Ortega, y que de un origen zarrapatroso ha pasado a ser el Zarapastoso más rico de España; y además, le dan homenajes o le lamen la gaita por ver de ordeñarle favor o espónsor. Fusilaba diseños y abarató costes y precios para permitir a la clase media darse un pisto fashion. Ya, pero los jodíos chinos son los malos. Y sin embargo, la gente de sueldo corto les compra. La clase media que quiere aparentar posibles embutiéndose en falso, también. Sólo los ricos no les compran porque para eso mandan a la criada. Esos jodíos chinos nos obligan a la pregunta insidiosa: Si a ellos les sale tan barato, ¿cuánto nos han estado atracando los nuestros?...

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