Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Tampoco es bueno pasarse

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VICTORIANO CRÉMER
León

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SEGÚN LAS ÚLTIMAS informaciones que nos llegan del País Vasco y sus conflictos, el número de señoras inscritas en el censo político de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, con sus correspondientes caseríos e ikástolas, supera ya al destinado para el hombre desde la fundación de determinados mundos. O sea, que aquella medida impuesta por el progresismo militante que exigía la misma cantidad de diputados del género masculino que los correspondientes al género femenino, se ha desbordado. Y en el futuro el pueblo vasco, nunca se sabe si afortunadamente o justamente al contrario, dispondrá de más hembras que varones, y se supone que a la hora de determinar la norma a seguir en caso de conflictos entre las dos partes, el triunfo, sin duda merecido, lo obtendrán las estupendas y decididas señoras de este pueblo del norte. Esto que ocurre en Vasconia ocurrirá en Aragón y en Castilla y León, en Andalucía y en el País Valenciano. Posiblemente la única porción de España que conservará su composición actual, será la Galicia de Manuel Fraga Iribarne. Todo lo demás y en un plazo no muy lejano, será «tierra de mujeres». Y los supervivientes nos veremos obligados a respetar el Estado del Matriarcado, dado que el hombre ha fracasado en su cometido de someter a los pueblos. El proceso que se nos anuncia es alarmante, no por la transmutación de poderes, sino por la dificultad de adaptación del hombre a la nueva formación de todas las féminas. Si ahora y en la hora de la brutalidad penal del macho indómito, se suceden en el mundo acciones de videncia, de las cuales la víctima es siempre una mujer, ¿qué puede pasar así que la mujer gobierne y decida para el común de vecinos, ya con todas las armas reales y no solamente las de su ingenio, en sus manos pecadoras? Acuérdense los estadistas de aquella tremenda prueba de Eva, la del Paraíso Terrenal, con su manzana: Se empeñó en que el compañero Adán le cediera una costilla para su mejor configuración y acabó por quedarse con la totalidad del compañero. Esto que se dice no es una ocurrencia graciosa, sino una realidad a la que estamos abocados, antes de que pasen los cinco años de la comedia del poeta Federico García Lorca. Y el mundo, este mundo, ya en vías de transformación, ya no será igual, ni el hombre ocupará los puestos de mando en el barco, ni serán los parlamentarios en las Cortes, en los Municipios y en los Cabildos y Presidencias otra cosa que seres subalternos sustitutos de aquellos hombres del Jurásico, tan burdos, tan bestias y siempre tan decididos a quedarse con todo, incluyendo la mujer. La noticia vasca que nos anuncia la buena nueva del matriarcado ha convulsionado al mundo. Y no resultaría nada extraño que el islamismo acabara por imponer sus leyes en relación con el papel del hombre y de la mujer en la vida pública y privada, dada la enormísima cantidad de moros como llegan a nuestras costas en pateras, a pie o a caballo, como Tarik cuando cruzó el estrecho para invadir la Península Ibérica. Ayer, que era día festivo para mí, acudí a escuchar una conferencia. Quedé asombrado el comprobar que la mayoría del público asistente estaba formado por mujeres, por muchachas bellísimas y hasta por alguna señora ya entrada en años pero con la mirada brillante y el oído atento. Del otro género, o sea hombres, apenas se contaban cinco, y cuatro lo formaban los presidentes de mesa. Es todo un signo. Ha llegado el momento de las grandes frases: ¡Varones de todos los países, uníos!

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