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Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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CONTRARIAMENTE a lo que venía sucediendo en años precedentes, y como efecto del Pacto Antiterrorista y por las Libertades, firmado por PP y PSOE, a lo largo del último año han hallado populares y socialistas en la política antiterrorista no un punto de encuentro, sino el lugar del permanente encontronazo y del choque inevitable. No resultará fácil que haya acuerdos mínimos entre los dos grandes partidos en las conclusiones de la comisión del 11-M. Frente a lo que sostienen todos los demás grupos, el PP insiste en teorías tan peregrinas como la ya mencionada del propósito de producir un vuelco en el Gobierno y la de la participación de ETA. Y sobre todo, sostiene que la comisión se cerrará en falso, por cuanto hay infinidad de cuestiones para las que todavía no hay repuesta en las indagaciones efectuadas en la comisión del Congreso. Opina el PP que la comisión debiera mantener sus trabajos mucho más tiempo, pero interpretan sus adversarios que se trata de una simple argucia para dilatar «el momento de la verdad»: las conclusiones en que se reprochará la manipulación que el PP hizo para que el atentado tuviera los menores efectos electorales posibles. En efecto, los restantes partidos son coincidentes en reprocharle al Gobierno de Aznar y Acebes una serie larga de actuaciones inconvenientes: la descoordinación de las fuerzas de seguridad y de sus confidentes, que no prestara atención a las advertencias de que los islamistas fanáticos estaban preparando alguna actuación terrorista... En cuanto al otro punto de fricción, el diálogo con ETA, la intervención de Zapatero en el Senado ha dado una nueva ocasión a Rajoy para expresar su radical oposición, como ya hiciera tanto en el Congreso, en el debate más ácido y áspero que se recuerda, como en la reciente manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, secundada con entusiasmo por el PP. Ni siquiera la razonada posición de Zapatero de prestarse a dialogar con la banda sólo una vez que exprese su intención de abandonar las actuaciones terroristas, ha resultado mínimamente satisfactoria a sus adversarios políticos que dirigen el PP. Los restantes asuntos, como la buena marcha de la economía o los problemas de la UE, parecen ser mucho menos interesantes para el partido opositor.