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Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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CONSECUENTEMENTE, a madre de alquiler, hijos al peso. Están sucediendo en el mundo fenómenos mucho más asombrosos e imprevisibles que los que la propia naturaleza ofrece a la contemplación y miedo de los seres humanos. Entre los que nos han causado un mayor asombro y desconfianza están los muy actuales del arrendamiento de embarazos y la contratación del nacimiento de niños a precios de tasa universal. Desde que se aceptó más o menos la práctica de la inseminación mediante esperma adquirido según precio en el mercado, los niños probeta y los niños nacidos al modo de la ovejilla Dolly, son corrientes y en algunos lugares del mundo más civilizado, como Bruselas por ejemplo, se compran y se venden niños antes del parto, en el parto y después del parto. Fríos como carámbanos del Ártico nos dejó la noticia. Según se nos transmite, una madre, al modo de otras madres, nacida y criada en una de las atmósferas más civilizadas, como la región de Limburgo, en la Bélgica muy abierta en materia de expresiones sentimentales, una pareja (Bart y Gertuii), se pusieron en contacto con Ann, una señora en estado de esperanza y concertaron la cesión de la niña o niño que resultare del embarazo de Ann. Cobró por adelantado la aprovechada futura madre 10.000 euros por el bebé y cuando ya parecía llegado el día del feliz advenimiento, la embarazada dijo que sus cálculos habían sufrido un notable cambio y que se quedaba con lo que resultara de su embarazo. Fue inútil que la pareja, tan inicuamente timada, gritara ante la justicia que al menos ya que no le reconocieran derechos sobre el bebé, por el que habían pagado sus buenos dineros, que al menos le devolvieran los dineros. Los señores jueces de la Bélgica civilizada se llamaron Roque, y dijeron que todo estaba en regla y que cada padre se buscara los hijos por los medios a su alcance. Lo que permitió a la afanosa madre ofrecer el mismo bebé todavía en el dulce vientre de la madre con niño dentro, a otra pareja, esta holandesa por 15.000 euros. Según las últimas noticias que nos llegan de la oficina industrial de la madre vendedora, las gestiones de la venta del niño o niña van por buen camino y es seguro que se consiga cerrar el trato por la cantidad de 15.000 euros, con lo que la embarazada conseguiría ganar nada menos que 25.000 euros por lo que saliera. ¡Demasiado dinero, dijeron algunas comadres belgas! Y el suceso ha causado tal sensación que incluso se han llegado a olvidar cuestionamientos tan importantes para la vida de los pueblos, como los viajes de Maragall y Rovira a Jerusalén o el veto que el grupo político español, Partido Popular, ha presentado en el Senado contra el proyecto de legalización de los matrimonios gais. Entre las buenas, pacíficas y enmadradas habitadoras de mi pueblo el asunto de las madres que venden hijos según contrato, ha causado malestar y están dispuestas a manifestarse (que es el arma que esgrimen los que se rebelan contra la injusticia) y que el Gobierno de Don José Luis imponga para los embarazos cuando menos el mismo control que para viajar en Iberia, a fin de que los niños, si nacen, lo hagan con todas las de la ley de Dios y de los hombres.