Diario de León

LITURGIA DOMINICAL

En esta hora del mundo

Publicado por
JOSÉ ROMÁN FLECHA ANDRÉS
León

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«EL mundo necesita misericordia, piedad y paz: ninguna de estas cosas puede llegarle al hombre por su solo deseo. Pero todas están a su alcance, ya que es amado por Dios, y más que nunca cuando se siente al borde de la desesperación absoluta. Hablar, pues, de esa desesperación no es un delito si recuerda al hombre que su misma desesperación es una buena razón para no desesperar». Estas palabras las escribió, en el verano de 1963 Thomas Merton en su libro «Conjeturas de un espectador culpable». Aquel escritor, convertido en monje trapense, conocía bien el mundo para permitirse optimismos ingenuos y baratos. Sin embargo sabía que hay algo que puede redimir al mundo. Claro que esa redención no puede venir de sí mismo, ni de la técnica, ni del dinero, ni de las intrigas políticas. La redención del mundo sólo puede venir de la mano de un amor llegado de lo alto. De él pueden brotar los dones de la misericordia, de la piedad y de la paz. Cuando fracasan las razones para el optimismo puede brotar el don sobrenatural de la esperanza. La lucha con el monstruo En el evangelio de este domingo undécimo del tiempo ordinario (Mt 9,36 - 10,8) se nos dice que Jesús envió a sus discípulos con una misión que parecía imposible: «Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios». Aquella tarea era, en realidad, su propia misión. Les hacía partícipes de ella. La fuerza de la fe ha puesto salud donde había enfermedad y proyectos de vida donde sólo había razones para la muerte. Pero aquel encargo tenía un sentido más amplio. Los discípulos de Jesús habrían de poner esperanza donde sólo había motivos para la desesperación. Limpiar la lepra -y todas las lepras- es una tarea que sobrepasa el ingenio médico y exige el esfuerzo sincero de la solidaridad mundial. Nuestra imaginación, ayudada por escenas truculentas de cine, nos lleva a pensar la expulsión de demonios como un pugilato indecente contra un monstruo indomable. En realidad, así es la cosa. Lo que ocurre es que lo demoníaco, siempre monstruoso, se esconde bajo formas políticamente correctas. Sólo la fe puede desenmascararlo y dominarlo. La cercanía del reino Esos cuatro imperativos de Jesús se encuentran insertos en una especie de decálogo que no tiene desperdicio. Diez encargos para la misión. Pero hay un par de ellos que los resume a todos: ¿ «Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca». Anunciar la cercanía y la presencia de Dios: esa es la gran tarea de todo cristiano. Un anuncio que ha de ir acompañado de gestos creíbles y eficaces de servicio a los enfermos y leprosos de esta tierra. ¿ «Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca». Ese anuncio obliga a la Iglesia a redescubrir la distancia que hay entre ella y el reinado del Dios al que anuncia como cercano. Y a esforzarse por sembrar semillas de vida en una cultura de la muerte ¿ «Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca». El anuncio evangélico recuerda al mundo entero que no cabe ignorar lo demoníaco de las decisiones antihumanas. Descubrirlo con lucidez y rechazarlo con energía es el primer paso para una sociedad nueva. - Señor Jesús, tú ves que la mies es abundante y que son pocos los operarios que han de cultivarla y recogerla. No permitas que ignoremos nuestra responsabilidad en esta hora de la historia del mundo. Amén.

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