Alfonso Ordóñez

¡ESPERÁBAMOS TANTAS COSAS DE USTED! Desde siempre en el Ayuntamiento de León el Partido Popular, que era quien gobernaba, se cuidaba muy mucho de poner a un experto en áreas como urbanismo pero en cultura no, en cultura daba igual, en cultura un político cualquiera porque para dirigir la cultura o ganarse la vida con ella -parece que pensaban- no hace falta formación ni información. Sin embargo en esta ocasión van y nos sorprenden agradablemente al colocarle a usted como Concejal de Cultura del Ayuntamiento, pues por fin alguien de la cultura toma el timón municipal de la misma, qué bueno, y podrá así revitalizarla, y separar el grano de la paja, y hacerles ver a los políticos su vital importancia a la hora de forjar ciudadanos y ciudadanas más felices y verdaderamente libres. Oh, podrá decirles que la cultura es el instrumento que tiene el ser humano para mejorarlo todo¿ Sí, Alfonso Ordóñez, aquel que siempre acudía a los recitales de poemas de la gente joven, el bailarín, el que reivindicaba con aplomo que había que pasar urgentemente a bronce esa escultura descascarillada -el Gigante de Santo Domingo-, el que pidió nuestra adhesión y apoyo para defender el Centro Coreográfico y prometió un gran proyecto cultural de base en La Azucarera, él, aquel que deseaba luchar en las grandes batallas espirituales de su tiempo era el nuevo Concejal de Cultura. ¡Esperábamos tantas cosas de usted! Confiábamos tanto en que usted marcaría la diferencia, en que sería una referencia idealista o, al menos, ideológica. Confiábamos en que usted hablara de valores donde siempre se habla de amiguismo, que hablara de lealtad donde siempre se habla de utilización, que hablara de valía y eficacia donde siempre se habla de conveniencia, pero no. Más bien usted asciende a su secretaria lo alto del Auditorio, no habla del Centro Coreográfico, nada de lo de La Azucarera, nada de lo de la escultura moribunda de Santo Domingo, deja marchar de León al Quijote sin hacer por él una oferta pero no escatima en gastos para las Moscas de Eduardo Arrollo, no hace nada por solucionar el conflicto de intereses creativos en la Escuela de Música, nada por los creadores jóvenes, no recupera la figura del Consejo Asesor del Auditorio, etc, etc. En fin, no lo hace peor sino que hace lo mismo que sus predecesores del PP, incluso con las mismas estrategias, pero como usted si es alguien de la cultura sus acciones y omisiones nos duelen mucho más. Ahora, como es imposible hablar personalmente con usted, escribo esta columna con ánimo constructivo pensando en entonces, cuando valoraba tanto, por ejemplo, cierta escultura que hasta la escogía como escenografía para su montaje de danza «La Mujer de Arena»: era obra de ese mismo autor al que ahora desprestigia al decir que el éxito de su Quijote radica en el espacio donde lo ha hecho, y no en la obra en sí. ¡Qué bochorno produce leer esas declaraciones suyas! ¿Seguro que es usted quien siempre quiso ser? Asombra ver a nuestro Concejal de cultura actuando como si fuera un gestor, y como si fuera un creador, y como si fuera un presentador de libros cuando, lo que en realidad es, es un político. Y ésa constituye una excelente posición desde la cual ayudar a mejorar el mundo, como ayuda a eso también la creación. Necesitamos que nuestro Concejal de Cultura sea alguien especial en el organigrama político; alguien accesible, alguien de fundamentada ética, sí, alguien que no cree conflictos sino que los solucione, que nos libere de apariencias y esnobismos y no que los promueva, que sienta y apoye lo nuestro, la cultura de base, ese pilar de la ciudad que dignifica la existencia colectiva. Con coraje y esperanza le digo que nos ha decepcionado pero ojalá esta columna sirva como redoble de conciencia. ¡Nos gustaría tanto volver a esperar algo de usted!