Última oportunidad
ALGUNOS de los tertulianos que acuden a radios y televisiones a discutir sobre política, lo hacen con escoltas. Están amenazados por ETA y la mayoría ya ha vivido algún episodio violento. Pues bien, ni siquiera ellos coincidían ayer en el análisis de los últimos comunicados de la banda terrorista. ¿Cómo entender las hábiles palabras de los etarras? El Gobierno -lo decíamos hace unos días- se ha instalado en la frase de que el único comunicado que se puede esperar de ETA es el de la renuncia a las armas, y no sólo no hace más comentarios, sino que pide discreción a sus líderes en el partido. Rajoy, que también está instalado en la oposición, no deja que pase ni una y recalca lo que dice la propia ETA: que el pacto antiterrorista ha muerto y añade, ya de cosecha propia, que ha sido el PSOE el responsable de esa ruptura y hasta los terroristas se felicitan por ello. Yo creo que eso es lo que quiere ETA, que el PP insista en la ruptura para hacer más difícil una apuesta por el futuro de los dos grandes partidos. No estuvo afortunado Zapatero cuando afirmó que sólo el dolor les unía ya al PP en esta materia; fue una alusión innecesaria que sólo sirvió para que el pueblo diera por enterrado un pacto que en realidad no se ha roto, al menos formalmente, y sobre el que habrá que volver les guste o no al PSOE y al PP. Si el Gobierno espera de verdad ese comunicado de ETA diciendo que abandona las armas, le pueden dar las uvas del siglo que viene. Pero si el PP se empeña en no arrimar el hombro aunque sea a regañadientes, no estará cumpliendo su papel institucional. Zapatero anunció para ya una próxima reunión con Rajoy. Es tal vez la última oportunidad que nos queda de forma inmediata para discrepar en todo menos en un tema tan grave como el terrorismo. Este país puede permitirse el lujo de especular sobre el escaño que le falta a Fraga, asumir que todos ganaron las elecciones gallegas, aguantar que Anasagasti, que pasaba por ahí, alerte sobre la limpieza en el recuento del voto emigrante; hasta podemos enzarzarnos en si a la manifestación de la familia fueron un millón y medio o algo más de cien mil. Lo que no es de recibo es que, por culpa de ideas partidistas, el terrorismo siga ordenando la política nacional.