Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Mi chica rapera

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

Creado:

Actualizado:

ESTOY ENAMORADO de una chica «rapera». No se alarmen, por favor. Lo de «rapera» le viene de su incondicional afición a la música «rap», que, según se empeña en asegurarme, es la música de nuestro tiempo y la que con más fidelidad refleja el espíritu de las generaciones modernas. Confieso, aun arriesgando la posibilidad de quedarme sin chica como me quedé sin abuela, que con la música me sucede lo que con cierta inclinación estética que tiende a establecerse entre los capítulos más importantes de la pintura de todos los tiempos, un bote de pimientos o una lata de escabeche. No es que sostenga, como Napoleón, que la música sea el menos molesto de los ruidos, pero ésta del estilo rap me desconcierta y me someto a lo que mi chica decida, cuando se produce alguna manifestación a la cual debamos acudir en moto. Andaba yo en estas y otras reflexiones no menos transcendentes, cuando me fue dado contemplar en este periódico nuestro de cada día, una fotografía en la cual aparece un músico para nosotros entrañable y tan digno de figurar en todos los anales del universo mundo como el más sonado en todas las orquestas. Se trata o se trataba, según se recuerde y mire, de Cristóbal Halffter, en el ceremonial de la entrega de la medalla de Oro del Palau de la Música de Valencia. La alcaldesa de la ciudad, doña Rita Barberá, la cual por cierto me sonaba más como maestra de ceremoniales parlamentarios que como madrina de músicos, le impuso la medalla a la que se había hecho acreedor por su obra titulada Cuatro piezas para una orquesta , asegurando en su discurso que este galardón se distingue por la selección que supone de personalidades de la música. Y es aquí donde detengo sin acertar a encontrar el hilo del mejor razonamiento. Y no sin rubor por mi desconocimiento, pregunto a mi chica: «¿Pero eso del «rap» tuyo es música? Porque ni se parece a lo que componen gentes tan fuera de bolos como nuestro Cristóbal Halffter, o Rostroprovich, digo». Y me callé al punto observando el agrio gesto de mi chica. Y no quise incidir en la cuestión con la información que se me dio por añadidura, según la cual, varios grupos de «rap» rendirán homenaje a El Quijote mediante un concierto gratuito en Madrid. Los sin duda ilustres miembros de la filarmónica o lo que fuere «rap» han hecho una adaptación de textos originales de Miguel de Cervantes. El espectáculo recorrerá algunas provincias españolas dicen que para ofrecer una visión más urbana de la obra cervantina. Y si lo dicen ellos a mí, que soy ignorante solamente me queda callar. Pero oiga, a mi modesto entender y parecer me parece que esto del Cervantes sometido a toda clase de pruebas, no puede ser del todo bueno. Y pienso que el Ministerio de Educación, si es que existe, debiera salir a la cancha para decir como los miembros de Ermua, «¡basta ya!». Porque es que entre los unos y los otros, con ese goteo insulso, ridículo en ocasiones y malbaratado; esas teatralidades mentecatas y esas demostraciones plásticas en la que lo cervantino brilla por su ausencia, estamos creando en la sociedad españoles un caldo de cultivo por el cual el libro inmortal acabará relegado a los archivos. Porque lo que se saca en limpio en esta parafernalia nacional sobre Cervantes, sobre el señor Quijote de la Mancha, sobre Sancho, el cura o el barbero, es que nadie o muy contados españoles han leído el libro de verdad. Y después juegan a inventarse chorradas.

tracking