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| Reportaje | El mundo, un inmenso imán |

Los polos magnéticos se invierten Un escudo protector y un sistema de navegación

Los cambios magnéticos que ha experimentado la Tierra a lo largo de su historia han hecho que hoy el polo Norte se encuentre donde estaba el polo Sur hace 180 millones de años

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A. Álvarez A. Alvarez - león león
León

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Los viajes de algunos marinos históricos están dando a un equipo de científicos europeos importantes claves sobre los cambios que se han ido produciendo en el campo magnético de la Tierra. Esta investigación permitirá predecir futuros cambios, que podrían incluso llegar a la inversión total de los polos norte y sur. El campo magnético de la Tierra se crea por el movimiento del hierro fundido que constituye el núcleo de nuestro planeta, que es asimétrico e inestable. Como la Tierra gira alrededor del eje que va del Polo Norte al Sur, eso hace que el campo magnético esté en cierto modo relacionado con los polos geográficos. Sin embargo, los investigadores han descubierto que también hay otros muchos factores que influyen en la dirección e intensidad de dicho campo. La mayoría de los cambios producidos han sido muy leves, pero en los últimos millones de años se ha invertido totalmente el sentido del campo magnético, haciendo que el Polo Sur estuviera donde antes estaba el Norte. La clave de este proceso está en la lava oculta bajo el fondo del mar. Mientras están en estado líquido, las partículas del magma se sitúan de un cierto modo que refleja la polaridad del campo magnético y eso se refleja en la formación de la lava al enfriarse. Esa lava presenta muestras de la inversión del campo magnético hace unos 180 millones de años. Posteriormente se han producido otras inversiones y se espera que se sigan produciendo, casi con total seguridad. Cuadernos de bitácora Una de las primeras autoridades mundiales en este campo es el geofísico Andrew Jackson del departamento de ciencias geológicas de la universidad inglesa de Leeds. El doctor Jackson no suele investigar estudiando documentos históricos, pero en sus investigaciones sobre las variaciones del campo magnético ha viajado por toda Europa estudiando los cuadernos de bitácora de antiguos buques mercantes, de guerra y expediciones científicas desde el siglo XVI. La razón de este proceder es muy sencilla: desde finales del siglo XVI hasta principios del XIX, los marineros cruzaban los mares guiándose por la brújula, midiendo la declinación entre el norte verdadero y el norte magnético y anotándolo en el cuaderno de bitácora. Esa declinación no es un valor fijo, sino que va variando no sólo espacialmente, sino temporalmente. En las rutas marítimas más habituales se han ido tomando datos de la declinación a lo largo de los siglos, y esos registros ofrecen una perspectiva inigualable para estudiar las variaciones del campo magnético de la Tierra. Jackson empezó a estudiar este fenómeno poco conocido hace ya unos 15 años. Desde entonces le ha resultado fácil conseguir datos sobre la declinación a lo largo de los últimos siglos, pero como observó que los cambios eran muy pequeños, pronto se dio cuenta de que necesitaba datos más antiguos. Según Jackson el campo magnético de la Tierra es tan variable como el tiempo, y mucho más difícil de prever. Cinco días meteorológicos equivalen a unos 300 años magnéticos, por lo que se refiere a las variaciones en ambos campos. Han utilizado estudios terrestres para buscar información más detallada del siglo XX, pero es necesario remontarse mucho más atrás y la respuesta está en el cuaderno de bitácora de los barcos. Historia científica En el estudio de los datos de esos barcos, Jackson colabora actualmente con el historiador científico Art Jonkers de la universidad de Amsterdam, Holanda. Ambos han estudiado ya los informes procedentes de expediciones científicas, de barcos de guerra y de compañías mercantiles como las Compañías de las Indias Orientales, tanto la británica como la holandesa; la Compagnie des Indes de Francia y la Hudson's Bay Company. Incluso han investigado el cuaderno de bitácora de barcos tan famosos como el Bounty, el Beagle de Darwin y el Challenger, que realizó una expedición en 1882. Este trabajo les ha llevado cinco años y en él han recogido unas 200.000 observaciones que han incorporado a una base de datos. Toda esta información ha permitido Jackson recoger los cambios magnéticos producidos en los últimos 400 años, establecer tendencias y tratar de prever las posibles fluctuaciones futuras. Pero, lo que es más importante, es que ésta nueva investigación ha demostrado claramente que el proceso es mucho más complejo, pues está influido por muchos y muy diversos factores. Gracias a la visión a muy largo plazo que han permitido los cuadernos de bitácora, se han podido identificar algunas tendencias. Parece que en el campo magnético influye también la corteza sólida de la Tierra y su núcleo líquido. A medida que la corteza se va enfriando, se produce un movimiento de las placas tectónicas y el cambio de temperatura afecta al movimiento del líquido del núcleo y, por consiguiente, al campo magnético. El campo magnético es importante porque protege a la Tierra de los rayos cósmicos que pueden afectar a los tejidos de los seres vivos, pero esa inversión de los polos parece no ser muy peligrosa. No hay pruebas de que las anteriores inversiones de la polaridad magnética hayan causado grandes cataclismos. Parece ser que la inversión reduce la intensidad del campo magnético a la décima parte, pero se produce muy lentamente, se podría decir que cada 10.000 años. Algunos de los posibles efectos de la inversión podrían ser la aparición de más auroras boreales y la alteración de las brújulas. También podría afectar a los animales que es orientan por el campo magnético, como las tortugas o las aves migratorias, pero la lentitud del cambio permitiría la adaptación de los animales.