Diario de León

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JUNIO vino muchas veces así, a fuego lento... y de cuando en vez, tiritón y sopladedos. Así que, menos lobos y menos caras de sorpresa y novedad, incrédulas y hasta trágicas. Son buena disculpa para ir corriendo a una tienda de atracos y descuentos a comprar un cacharro de aire incondicional, ayjuasús, qué sofoquina nos manda el Señor, porque esto es un aviso a navegantes y a pecadores, sor Pascualina, Dios se está hartando... y lloverá azufre (cuando faltan nubes, sobran profetas). Flaca memoria. De siempre vinieron junios encabronados de insolación y con tormentona de pocos jarros por la tarde. Pero «agua del cielo no quita riego»; y así las plantas no adiestradas a la escasez boquean como barbos en una era. La sequía anunciada, la jodía della, está alabando a sus avisadores y dice que no se apeará de las primeras páginas hasta que las lluvias de otoño lleguen a lavar las cenizas y clausurar el infierno hasta el año que viene; y al siguiente, pues son tres los veranos de horno prometidos. A resoplar. Zaca er botiho, Maricrú. Y abanícame, corasón... ¿Olvidaste aquellos sofocos de cuando la única nevera que había en casa era una fresquera de tela metálica en una ventana al norte? Hoy se compra para olvidar. Antes se bebía y ¡viva la amnesia! Hoy nos emborrachamos bebiendo con cara lerda escaparates de bermudas, agencias de viaje y acondicionadores. Y ahí les tienes: espatarrés en terraza de acera, asombrados por la calora, andando todo el día en sandalias horrendas y en pura queja, como cerdas sudando... Nos sobra grasa. Eso es. Se nos sale el unto en lorzas. Y esta calora, entonces, nos sabe a desconocida... y terrible. Los embalses han perdido el tapón. Los kilowatios enflaquecen. Habrá cortes -se apagó lo que se daba-, colapsos y marimorenas, frigos y arcones al cuerno. Meri sigue en el pueblo. Tiene arcón de atiborrar congelados desde hace doce años. Hoy día es común. Si falta la corriente, hay tragedia y el vozarrón blasfemo de Nicanor lo escuchará el dueño de la multieléctrica en su playa de Tahití... Pero Meri -ochenta y regordeta como botijina- lleva medias de punto en verano y no se sofoca. Dice que esto es sólo «calorina». Calor es si te pilla segando y los sesos se hacen sopa saliendo por la frente, como a ella, que le tocó de moza.

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