Diario de León

Creado:

Actualizado:

CONSTRUCTORES de túneles. Así titulaba un anuncio la convocatoria de un curso de formación para bercianos mayores de dieciocho. Nunca oí esta denominación profesional. Mola. Esto de entrar parado en un curso y salir constructor de túneles impresiona. Uno pensaba que constructor es ese que os viene ahora a la cabeza con su cochazo y su cohecho. De túneles lo será el ingeniero que proyecta o la empresa que embute obra, pero los que postean, pican, entiban o arriman la caldereta construirán, aunque ni cobran como los constructores ni jamás pillarían un cohecho por el rabo. En fin, pero si es por poner cebo en la convocatoria de esos cursos que tanto dan que hablar y que andan a veces muy escurridos de matrícula, póngase bien gordo en letreros y diplomas «constructor de túneles». Qué puntazo. Supone uno que entre el profesorado deberían figurar políticos del cuerpo de zapadores, especialistas en butrones de ejecutiva y galerías de escape. Son los que van siempre de sombra y hasta tienen cara anodina de asentidor pelota y callado, pero son el topo que le hará al señorito el trabajo de alcantarilla y el hurón que se mete en la hura de los conejos a pillar pelo y pieza, las tajadas que da el monte del orégano y del orgasmo. Que les inviten al menos a la lección inaugural de este curso. Mientras, en los cursos de verano y escuelas estivales que se montan los partidos para sí mismos se ha registrado en esta edición una sospechosa coincidencia: los más grandes han convocado un curso de zapadores; lo de los túneles lo tienen archirequetesabido. Al efecto, indica la convocatoria que sólo es necesaria una zapa... y a abrir trincheras. La trinchera es la única señal que les queda a muchos para saber a qué bando perteneció un día su partido. Necesitan la trinchera en su confusión de ideas. Algo es algo. Sólo así se agita el charco. Oye tú, ¿y cual es nuestro bando ahora? El del progreso, tontolaba (digo progreso y no dinero, observa). Prefiero un curso de constructor de veletas. No mienten. Las mentiras van por túneles. La veleta te dice siempre de dónde sopla. Y además, lleva un gallo encima desde que un papa, Nicolás I, decretara hace mil años que se colocara sobre ellas para recordarnos que somos carne del apóstol que negó hasta tres veces a su propio maestro.

tracking