Es por eso que las amas de casa apuran para llenar sus congeladores antes de que ocurra la fatalidad: que cueste un ojo de la cara comprarlo.
El día 24 a las seis de la tarde (con suerte) comienza el trasiego en los hogares gallegos con un sinfín de olores que se mezclan en todas las partes de la casa.
Las ollas hierven y las madres se ponen histéricas. Frases como: «No me da tiempo», «todo el día en la cocina metida para media hora» o la mejor «El año que viene cocinas tú» son un clásico.
Y para acompañar el marisco qué mejor que un vino blanco ( botella de vino; veinte euros, marisco 120 euros, ver a tu madre cantando La Rianxeira, ahogada de la risa, no tiene precio).
Después del marisco llega la hora del plato fuerte ( ¡desbróchense los cinturones!) que dependiendo de la casa puede ser carne rellena...
...o un pavo relleno...
....o cordero asado con su correspondiente guarnición ).
...o carne asada con sus pimientos rojos...(¡todo sea por la dieta.!)
Se puede comprar un buen capón de Villalba, «é o mellor do mundo enteiro».
El segundo plato puede ser pescado, si ésta es la elección, suele ser bacalao con coliflor.
Todo esto aderezado con un buen tinto y si es de Amandi, mejor que mejor.
Si después aún queda sitio en el estómago se sacan los postres típicos de la época, y si ya no estábamos hartos de comer, el turrón duro y blando...
...Sus amigas las almendras y sus vecinos los mazapanes, vienen a rematar la faena para dejar los estómagos al borde del Almax.
El 31, otra vez el maratón gastronómico , pero con la novedad de las uvas de la suerte: una por cada mes del año.
Después llega el brindis con champán, las promesas de año nuevo, la fiesta con los amigos y hasta el año que viene.