África no cree que la iniciativa musical alivie sus problemas de hambre
Veinte años después de los conciertos Live Aid destinados a aliviar el hambre en Etiopía, la nueva iniciativa africana del rockero irlandés Bob Geldof deja escépticas a mucha gente en África del este, aunque el continente aprecia la movilización internacional. «¿Bob qué? Jamás he oído hablar de él», dice Makonen, un mecánico de Eritrea, un pequeño país muy pobre, provincia de Etiopía cuando se celebró el Live Aid en 1985. «Un concierto para África es una buena idea, podría funcionar», opina. «El este de África necesita sobre todo ayuda. Pero la cuestión es saber si el dinero va a ir al pueblo o si los gobiernos lo utilizarán para comprar armas». Dos décadas después de la primera iniciativa de Bob Geldof, la mayoría de los países del continente africano se han empobrecido, minados completamente por los conflictos, la pandemia del VIH-sida y la corrupción. Para Amare Aregawi, redactor jefe del diario privado 'The Reporter', en Addis Abeba, la capital etíope, el Live 8 quizá permita el nacimiento «de una emoción o una toma de conciencia» de los problemas de África, pero la solución tendrá que ser más global. «No se resuelven problemas con conciertos, hace falta una estrategia a largo plazo, un plan, una combinación de buen gobierno y de ayuda internacional. Esa es la solución», aseguró. Bob Geldof espera que el Live 8 promueva un compromiso concreto por parte de los responsables mundiales, especialmente con ocasión de la cumbre de los países del G8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón, y Rusia), que se celebrará del 6 al 8 de julio teniendo por tema la lucha contra la pobreza en África. Gesto insignificante «Un concierto de música no puede ayudar a África», opina Jane Muhumuz, habitante de la capital de Uganda, Kampala. En la campiña ugandesa, devastada por la epidemia del sida, el obrero Ismail Mukwaya, no se cree nada. «No sé nada de ese concierto. ¿Acaso mi familia o mi pueblo van a disfrutar de ese dinero?», se pregunta. Un planteamiento compartido que también expone James Tusiime, estudiante ugandés, que considera insignificante resolver con conciertos los grandes problemas del continente.