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LLORA un pastor su desconsuelo porque ahora las vírgenes se aparecen a las corporaciones. Y sentado bajo una encina en uno de estos cuetos de carrasca y carqueixa ha sacado su rabel para entonar el lamento: «A la Virgen del Camino quieren hacerla alcaldesa buscando favor divino para el cochecho en remesa»... Esto de poner cosas de Dios en el cajón del diablo abre senda a la confusión. Someter a la patrona a las deliberaciones de un pleno son ganas de cabrear al Cielo. ¿Le preguntó alguien si acepta el cargo, el honor y una peana en el despacho del corregidor? ¿La nombran alcaldesa para que inspire decencia o para endosarle las reclamaciones del aturdido ciudadano, tal como se hace con los maestros armeros?... Para seducirla al cargo han dicho que le comprarán un manto nuevo como quien tienta a una gitanilla con colorines y avalorios. ¿La llevarán también de escaparates para que elija?... Y después vendrá la investidura, la vara de burgomaestra, los plenos extraordinarios, las recalificaciones urbanísticas, las mociones de censura o la cuestión de confianza... Y, finalmente, los procesos electorales. ¿La presentarán a la reelección o tendremos que ver a algunos candidatos con escapulario diciendo que son del partido de la alcaldesa divina mientras reparten velas para el entierro de la decencia democrática y del estado aconfesional?... Y cuando venga un colectivo musulmán exigiendo que Mahoma sea nombrado concejal vitalicio de tráfico y pateras, ¿qué hacer?, ¿neutralizar la petición nombrando a Lutero teniente de alcade o a don Manuel Azaña capellán municipal vitalicio?... A la Virgen la han hecho en este país de todo: capitana de regimientos para destripar enemigos, presidenta del Piloña Club de Fútbol para que meta goles con la corona, dueña de siete corderas en una cofradía de Joarilla, consejera de administración de la fábrica de gaseosas «Virgen de los Carrizales»... Y lo que resta, porque la competencia, los adversarios, el equipo rival o la otra cofradía tienen también patronas particulares alineadas en sus trincheras, contribuyendo y alentando un enfrentamiento celestial de mil pares de vírgenes. El clero asiente encantado o estimula. Y la Virgen ¿qué pensará?...