Diario de León

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NO HAY MÚSICA que mejor halague y riegue una oreja que la del agua cantando en un arroyo encabritado o rezando en una acequia con paso lento de procesión. Es una sonata de la vida y el frescor, la sangre de la tierra que es promesa de fecundidad. Esos regatos son la sed conjurada y arrojada a los infiernos del alacrán. Donde suena el agua, el hambre huye, aunque invite también al diablo que encizaña trasvases o tienta al vertido que se caga en lo más sagrado, que es el agua. En casi todos los pueblos de ribera hubo en su día una presa que cruzaba sus calles repartiendo reguerillas, caudal de cristal sobre lecho de grijo, rosario de molinos maquileros a lo largo de su andar y de torgas, pontonas o compuertas que miran a las huertas. También en muchos pueblos estas presas fueron fusiladas con cemento al amanecer y no pocas enterradas al atardecer de la vergüenza. Mola esto de planchar con losa las presas de pueblo. Mola la bobada marbellí traída por los pelos de la moda urbana para instalarla en nuestras riberas y montañas. Ya en su día hicimos aquí una reguera de lágrimas cuando en Boñar decidieron sepultar la presa que cantaba en sus calles. Dijeron que era por seguridad e higiene, cuando todos saben que no hay mayor sinceridad que la del agua a la vista, porque cuando se soterra una presa acaba convertida en alcantarilla. Y la mataron en los boñares de la memoria como mataron su alfolí. Ahora me cuentan con alarmas e indignación que pretenden hacer lo mismo con la presa que lame Canales; una presa de trescientos años que la municipalidad del lugar pretende cegar, incluso contra el criterio, el sentir, el derecho y la legítima nostalgia de la mayoría de vecinos que claman para que no enmudezca la música líquida del borbotón. Pero los cegadores son en este caso empecinados partidarios del sepultamiento. Tendrán seguramente consignación al efecto o contratista a la espera y no se apean del «ejecútese la obra, haga o no haga falta», que es una inversión. Qué pena. Pero qué pena, penita, pena. Cuando el agua no reza en una presa, se está tentando a las nubes para que huyan, los peces y las ranas se dolerán de morir con su casa hecha túnel y los críos ya no podrán hacer navegar cortezas de chopo hechas galeón con una hoja de higuera hecha vela.

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