Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Día internacional contra la tortura y contra el hambre

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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NUNCA SE SABE a qué santo encomendarse para que nos sean perdonados tantísimos pecados de hipocresía universal. Sin alterar el gesto habitual e incluso poniendo cara de misericordia, nos manifestamos ¿ante quién, para quién? Contra la práctica de la tortura y contra el hambre. Y una vez que hemos practicado estos santos oficios, volvemos a nuestros hábitos de siempre, y los tremendos señores de la guerra seguirán matando, torturando e inventando modificaciones en los códigos para justificar las bestiales acciones hasta convertirlas en signos evidentes de civilización. Como en los tiempos más primitivos del universo mundo, el hombre mata al hombre, el hombre persigue al hombre, el hombre vulnera la condición humana del hombre, hasta reducirle a la miserable condición de esclavo, de víctima, de mártir de lo que fuere. Y llegado a este momento crucial de la historia de la humanidad, cuando se colocan sobre los estrados aquellos que dictarán leyes y condenarán al infeliz, nos manifestamos para protestar por la práctica criminal de la tortura y ni siquiera nos paramos a considerar que hay seres humanos que acaban rindiéndose a la necesidad, gentes malbaratadas a las que no les alcanzan ni los medios propios ni las misericordias de los Estados para saciar sus hambres. Los enormes monstruos fiduciarios, los usureros modernos, los inventores de la equidad a la hora del reparto de los bienes, declaran con presunción canallesca la enormísima cifra de sus beneficios en cada ejercicio económico. Y se cifran en más de diez millones de seres humanos que perecen sin remedio consumidos por la necesidad. A veces, porque así somos los generosos ciudadanos del mundo, a veces aceptamos la injusticia de estas situaciones límites y decidimos conceder unos pocos céntimos para que las instituciones benéficas enmascaren su prepotencia y obtengan la limosna del pan para hoy y el hambre para el resto de la vida. Los Estados, las Iglesias, las instituciones, todos aparecen en la lista de los benefactores y Dios se lo premiará, incluso otorgándoles más beneficios y mejores futuros para sus hijos y para los hijos de sus hijos. Hay hambre en el mundo y en este mismo mundo miserable, se maltrata al prójimo, se le tortura, se le condena a un fin miserable. Y estos mismos Estados, estas Iglesias, estas instituciones a voz en grito y poniendo a Dios por testigo, aseguran que ellos no son, que ellos no emplean la tortura, que ellos por el contrario, defienden el buen entendimiento entre los hombres, entre todos los hombres, los ricos y los pobres. Y si estos dejados de la mano de la fortuna se empeñan en reclamar la porción que en justicia merecen y necesitan, los poderosos señores les encierran y convierten los poblados y los campos mártires en centro de hipócritas reservas para el dominio del hombre. Y me acuerdo de Guantánamo, de los campos de eliminación de los teóricos nazis, de las cárceles de todo el mundo, también de España, donde centenares de triste acosados acabaron consumidos. Se tortura en el mundo, se mata de hambre en el mundo... Y en esta situación, se nos invita a manifestarnos. ¿Ante quién? ¿Para qué?... Esta croniquilla no es el pregón para cubrir una manifestación, sino simplemente la noticia, lista y llana, de que morir de hambre no es bueno y acabar bajo la brutalidad desencadenada, tampoco.

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