El batiscafo se hallaba atrapado desde el pasado jueves a 190 metros de profundidad por una maraña de cables y redes.
El aparato robótico submarino «Scorpio», guiado por especialistas británicos, lo liberó de esa trampa.
La tripulación del AS-28 salió por su propio pie del sumergible. Aguantaron bajo el agua más de 76 horas y regulaban la composición del aire para que les durara más.
«Siempre creímos que nos salvarían». Es lo que dijeron los marinos rusos tras ser rescatados. En la profundidad del mar, sobre todo, pasaron frío.
Los familiares pasaron días angustiados recordando la anterior tragedia del «Kursk».
Los oficiales de la mrina rusa sonreían tras el feliz desenlace del rescate, eso sí, con ayuda británica.
Y es que si no llega a ser por el Scorpio británico (en la imagen) la suerte de los marinos rusos podría haber sido otra.