Gente de aquí | Lucha de brazos
En Trobajo hay un titán
Manuel Ángel Leal, natural de La Robla, se trae desde Barcelona a León la sexta Copa de España de Pulsos tras vencer siete combates
Caramés, así le gusta que le llamen a este leonés de 33 años, porque es como le conocen en su pueblo, La Robla, aunque el vive en Trobajo del Camino. El pasado 3 de julio se embarcó, después de diez años de parón, en un viaje, del que pensaba saldría perdedor. La sexta Copa de España del campeonato de pulsos le esperaba en Barcelona, lugar al que fue, como el dice, «porque tenía familia allí, y así aprovechaba» De aspecto bonachón y mirada inocente, su brazo es un prodigio, y fue él quien le ha hecho campeón de este torneo. Con 120 kilos de peso, es fácil imaginarse el nivel y la fuerza que puede tener el coloso. Su palmarés es abultado. Es poseedor de dos subcampeonatos de España y Campeón de Castilla y León -entre otros-, aunque ésto queda bastante lejos, desde el 96 lleva apartado de este mundo. La afición por este deporte- para muchos desconocido-, le vino por casualidad, la discoteca de su pueblo fue el lugar donde empezó. Ya apuntaba maneras. Sus amigos le azuzaron para que se dedicara de verdad a este deporte, lo hizo durante varios años, pero después se dedicó más a su trabajo y su familia. Pero hace una semana ha vuelto a resurgir, «aunque nunca estuve muerto», comenta entre risas, viéndole es fácil hacerse una idea de lo difícil que tiene que ser enfrentarse contra él, sus manos son como espátulas. Al torneo se inscribieron más de 90 personas, «ha sido muy duro porque en el primer combate me pitaron dos faltas y tuve que pasar a ronda de perdedores», subraya Caramés, que explica que tuvo que realizar siete pulsos para llevarse la copa a León. El premio de 300 euros no es lo único que se trajo a casa. La dureza del letargo le ha ocasionado- en la final- una lesión, epicondiditis, que le podría dejar fuera de la competición para siempre. La afición es lo único que le une a este mundo, porque como el dice «de ésto no se puede vivir, no hay ningún tipo de subvención y no está reconocido como federación», recalca el campeón. Le gustaría asistir al campeonato del mundo de lucha de brazos que se celebra próximamente en Japón, «aunque lo tengo muy difícil», explica. El vínculo que le une a la competición es tan fuerte que el próximo sábado estará arbitrando el Campeonato de España de pulsos que se celebra en Mansilla de las Mulas. ¿Quien sabe?, quizás este leonés- si le deja la lesión- sea el próximo campeón del mundo. Caramés, así le gusta que le llamen a este leonés de 33 años, porque es como le conocen en su pueblo, La Robla, aunque él vive en Trobajo del Camino. El pasado 3 de julio se embarcó, después de diez años de parón, en un viaje, del que pensaba saldría perdedor. La sexta Copa de España del campeonato de pulsos le esperaba en Barcelona, lugar al que fue, como él dice, «porque tenía familia allí, y así aprovechaba» De aspecto bonachón y mirada inocente, su brazo es un prodigio, y fue él quien le ha hecho campeón de este torneo. Con 120 kilos de peso, es fácil imaginarse el nivel y la fuerza que puede tener el coloso. Su palmarés es abultado. Es poseedor de dos subcampeonatos de España y Campeón de Castilla y León -entre otros-, aunque esto queda bastante lejos, desde el 96 lleva apartado de este mundo. La afición por este deporte- para muchos desconocido-, le vino por casualidad, la discoteca de su pueblo fue el lugar donde empezó. Ya apuntaba maneras. Sus amigos le azuzaron para que se dedicara de verdad a este menester, lo hizo durante varios años, después se dedicó más a su trabajo y su familia ya que es padre de dos niños. Hace una semana ha vuelto a resurgir, «aunque nunca estuve muerto», comenta entre risas. Viéndole es fácil hacerse una idea de lo difícil que tiene que ser enfrentarse contra él, sus manos son como espátulas. Victoria peleada En el torneo se inscribieron más de 90 personas. «Ha sido muy duro porque en el primer combate me pitaron dos faltas y tuve que pasar a ronda de perdedores», subraya Caramés, que explica que tuvo que realizar siete pulsos para llevarse la copa a León. El premio de 300 euros no es lo único que se trajo a casa. La dureza del letargo le ha ocasionado- en la final- una lesión, epicondiditis, que le podría dejar fuera de la competición para siempre. El entusiasmo es lo único que le une a este mundo, porque como él dice «de ésto no se puede vivir, no hay ningún tipo de subvención y no está reconocido como federación», recalca el campeón. Le gustaría asistir al campeonato del mundo de lucha de brazos que se celebra próximamente en Japón, «aunque lo tengo muy difícil», explica. El vínculo que le une a la competición es tan fuerte que el próximo sábado estará arbitrando el Campeonato de España de pulsos que se celebra en Mansilla de las Mulas, un municipio muy comprometido con la lucha de pulsos. Quién sabe, quizás este leonés -si le deja la lesión- sea el próximo campeón del mundo.