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Benedicto XVI comenzó ayer sus vacaciones en los Alpes italianos

Publicado por
Íñigo Domínguez - roma
León

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En Roma se bromea estos días con el hecho de que Benedicto XVI no lleva ni tres meses de Papa y ya se ha cogido unas vacaciones más largas que Juan Pablo II en 27 años de pontificado. Ratzinger viajó ayer en avión hasta el valle de Aosta para pasar 17 días en las montañas, en el mismo chalé que usaba su predecesor, aunque el pobre Wojtyla nunca se permitió más de 11 ó 12 días de esparcimiento alpino, y eso ya cuando estaba mayor. En realidad el nuevo pontífice no ha parado desde su elección el pasado 19 de abril y, dado su carácter reflexivo, parece que llega al reposo estival necesitado de pararse a pensar un poco. Lo último que ha hecho Ratzinger ha sido revisar las cuentas de la Santa Sede, publicadas ayer, que por primera vez en cuatro años no han dado números rojos. Resuelto este último expediente, se ha ido por fin de vacaciones. Hasta ahora no ha habido grandes decisiones de Benedicto XVI, salvo la inaplazable de nombrar a su sucesor al frente de la Congregación de la Doctrina de la Fe, y todo apunta que será en este retiro donde se cocerá el futuro inmediato de la Iglesia. Nada menos que tres maletones llenos de papeles, libros y documentos se ha llevado a la casita de Les Combes. El misterio de las maletas Se está hablando mucho de esas tres maletas, porque dentro puede estar una hipotética lista de nuevos cardenales, o la esperada reordenación de la cúpula de la Curia y de la secretaría de Estado, o el germen de la primera encíclica de Benedicto XVI, que marcará su programa. También está por decidir el calendario de viajes, y ya se oye hablar de posibles visitas a Estambul y Jerusalén. Sea lo que sea, lo cierto es que Ratzinger desaparecerá durante toda una semana y solamente en la segunda está previsto que se dé algún paseo. Todo lo contrario de Juan Pablo II, a quien le encantaba hacer excursiones y disfrutar de las espléndidas vistas del macizo del Monte Bianco (a los italianos les sienta mal que todo el mundo lo diga en francés, cuando la famosa cumbre es de los dos países). Otra novedad es el coche. Como buen alemán, Benedicto XVI llegó a en un BMW, marca que él ha introducido en el Vaticano.

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