Diario de León

Creado:

Actualizado:

JUGABAN a la guerra y se ganaron un fostión en la lotería de la fatalidad. Dos pilotos sin pelotas ya. Se besaron con la muerte en las alturas. Pertenecían a una compañía de exhibiciones aéreas bautizada como «Maestros del Desastre» y el domingo estrellaron sus aparatos en pleno vuelo en un festival que se celebraba en Canadá. Simulaban combates de biplanos de la primera guerra mundial, alemanes contra ingleses, emulaciones de Barón Rojo. Y catacrash, catacroc; difuntos que Dios perdone. Toda muerte es luctuosa, pero no impacta tanto si es gratuíta o es tentada, como si se buscara. En las fiestas de ahora mola un buevo el reproducir batallas históricas, sacar a la calle las mesnadas del conde Ares o las ballestas del rey de bastos, reconstruir trafalgares y entradas en París de ejércitos disfrazados de tiempo muerto, vestir al barrio de tropa napoleónica y jugar a la guerra pasada, con lo obsceno y repulsivo que es mentar la soga en casa del ahorcado, pues a todos nos ahorca un pasado, una guerra que perdimos, el crimen de las armas. Pues no, les encanta. Se regodean en la resurrección de hazañas y cebollazos. Pero desenterrar episodios bélicos es tentar al diablo que las trujo y al Caín que las inventó. Y a estos dos maestros del desastre les esperaron en el aire sus propios fantasmas envueltos en piruetas de biplano. Y fueron noticia en todos los telediarios. Tengo para mí que Canadá, en cuyo suelo cayó la chatarra ardiendo de los dos aviones, es el más atractivo país desarrollado del mundo (está en el G8), pues jamás es noticia, apenas sabemos que ocurran allí mayore males que les lleve a titulares de páginas de internacional. Desde aquella bronca del fletán con la flota española de altura, nada de lo suyo chupa cámara o tinta, resultando ser más grande en territorio que la mismísima Australia. Y eso que dicen que son dos comunidades enfrentadas, anglófonos contra francófonos, Vancouver o Toronto por un lado y ¡Quebec libre! pidiendo siempre otro referendum sin apearse de su sueño segregacionista. Sin embargo, jamás llegó la sangre al Yukon. Pero hay otro dato que lleva a pensar que Canadá es civilización distinta y otra cosa en desarrollo y cultura. A ver, ¿conoce usted a tan sólo un futbolista canadiense?... Pues eso.

tracking