Por primera vez desde los funerales de Rainiero, los tres hermanos Grimaldi aparecieron juntos y sonrientes ante los fotógrafos, aunque Carolina no pudo evitar derramar alguna lagrimita.
Mónaco se vistió de rojo y blanco, los colores nacionales, para proclamar a su nuevo príncipe en una fiesta únicamente autorizada para nacionales.
Estefanía, con traje pantalón blanco y top naranja, y Carolina, falda vaporosa y blusa cruda sin mangas acudieron a las celebraciones.
Sólo la pamela negra de Carolina recordó ayer los tres meses de luto oficial por la muerte de Rainiero.
El la plaza del palacio se celebró la ceremonia oficial de entrega de las llaves de la ciudad a este príncipe sin cetro ni corona.
Los seis mil ciudadanos del principado acudieron por la tarde en familia para presenciar este acto.
La jornada se cerró con unos vistosos fuegos artificiales.
Carolina mantuvo a su hija pequeña en el colo mientras se sucedían los discursos.
El nuevo Príncipe de Mónaco quiere crear un paraíso ecológico, deportivo y cultural en el que «dinero y virtud deben conjugarse».
Toda la familia se trasladó a pie hasta el lujoso puerto deportivo para participar con monegascos y residentes en un baile multitudinario.