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RARO. Rarísimo. En todo el año aún no te hablé de pesca. Y de papones, casi nada, aunque persiste la Semana Santa ensayándose bajo mi balcón para joder definitivamente el derecho al sosiego en las tardes del sábado. Impunemente. Tiene cojones la historia. En otro tiempo, y hasta el año pasado, me hubiera largado al río a pasear la mosca por el sereno para librarme de los despiadados cornetazos penitenciales que son tortura y des-concierto escucharlos también en mayo, en julio o septiembre, horas y horas seguidas, taladrando tímpanos. En el río entretenía mi forzoso exilio. Bueno, más con las orillas que con las despobladas aguas de truchas en un vértigo biológico desconsolador; busco piedras raras; me vuelvo bizco con los quiebros de aire de un chotacabras tras polillones casi caída la noche o me admiro con una azulona que se atreve con su pollada a cruzar el cauce; todo, porque no hay picada que dé calambrazo a la caña, así enhebres todo el río. Rarísimo. Esta temporada aún no he desenfundado armas; la caña duerme, se inhibe. El año pasado me comporté como un cabezón empecinado. Pasé de viejos quereres, de cotos y de otros ríos pescando únicamente en un tramo del Órbigo que fe un día hemorragia truchera, el comprendido entre Carrizo y Azadón, mayormente. Quise averiguar por mí mismo cómo se comportaba el río toda la temporada seguida y por ver si el maleficio del cero sistemático se diluía forzosamente al día siguiente. Y nada. Lo del año pasado no fue sólo decepción, sino prólogo de un desierto que es agua vacía. En ese tramo me iniciaron hace treinta y cuatro años al noble arte de la caña. En otras artes del río ya era bachiller desde guaje, pues en casa lo mamé. Y de la caña nos enamoramos porque el Órbigo era todavía un río riazo que tenía un anchísimo lecho de avenidas, enorme ribera llaneada donde el lecho dibujaba sus caprichos y riadas con pozos hondísimos y malos, de acojonarse, y tablonas que hervían cuando caía pallareta, charconas de diez mil ranas, un cangrejo en cada piedrona, truchonas como buques, vida, mucha vida, mucho soto de alisos y saucedas, mucha pedrerona, pajarada en algarabía, bien, buen sitio, gran río. No te contaré otra vez cómo está ahora. Deprime. Y me voy a pescar sólo al recuerdo, que también es río.

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