Un estudio advierte que la emigración aumentará con el desarrollo de los países pobres
La riqueza, el empleo y los servicios sociales que se prestan a los más desfavorecidos son dos de los aspectos más destacados que los emigrantes tienen en cuenta a la hora de buscar su país de destino. Pero no son los más decisivos. El más determinante es la presencia de compatriotas suyos arraigados en el Estado elegido y la existencia de políticas de reagrupación familiar que permitan a los desplazados traer a sus familias. La conjunción de estos factores es lo que explica que España haya triplicado su número de inmigrantes entre 1999 y el 2003 y que a 31 de marzo de este año se haya alcanzado la cifra de 2.054.453 extranjeros. Esta reflexión se recoge en el estudio Inmigración y transformación social, presentado ayer por la Fundación BBVA. Los autores aseguran que el fenómeno, lejos de estabilizarse, aumentará en los próximos años en España y subrayan, frente a lo que se pueda creer, que la mejora de la situación económica de los países de origen de los trabajadores no sólo no amortiguará la inmigración, sino que la aumentará. «Las políticas dirigidas a facilitar el desarrollo en los países de origen de los inmigrantes pueden aumentar el fenómeno, al reducir la pobreza y permitir que más personas puedan afrontar desplazamientos», señalan. La investigación confirma que las personas que emigran son las más cualificadas y que su nivel de estudios, sobre todo el de los países del Este y en muchos casos el de los de Latinoamérica, es superior a la media española.