Diario de León

Cosas de aquí | ¡Que viene el coche de línea!

Viaje en la máquina del tiempo

La plaza de San Isidoro se traslada a los años cincuenta para recrear una de las doce estampas del Calendario de León 2006 que el Diario entregará gratuitamente este mes de diciembre

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E. Gancedo - león
León

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El turista, por las trazas centroeuropeo, quizás alemán, se quedó boquiabierto. Después se entusiasmó. Plano de la capital leonesa en mano, se acercó a la cola, palpó el manteo de una buena señora, exclamó algo en su lengua, alborozado, dirigiéndose a su acompañante, e intentó subir al autobús, seguro que encantado de encontrar por fin la España cañí, rural y pintoresca de la que tanto había oído hablar. Lo que no sabía el buen viajero era que la colorista estampa que se desplegaba ante sus ojos no era sino una monumental y fiel recreación de nuestra ciudad en los años cincuenta, realizada anteayer por el Diario de León para una de las láminas del Calendario de León 2006 -año en el que se cumplen los cien años de la creación del periódico- y que se entregará gratis este próximo mes de diciembre. El asombro del turista era comprensible porque en el montaje no faltaba detalle. El autobús del año 1959 -cortesía de la empresa Alsa, el mismo que empleó Berlanga en el rodaje de La vaquilla -, el viejo pero impecable Ford T propiedad de Carlos Gimeno y las cerca de cincuenta personas llegadas de Veguellina de Órbigo, ellos con con sus atuendos negros y blancos, sus chalecos de pana, sus sombreros y sus boinas; ellas, con sus mandiles y sus pañuelos en la cabeza. También había tajas (tablas de lavar), ataos de ropa, talegas o cestas, cacharras de la leche, romanas, sacos de llana , polainas, tela de sayal y de estameña... sólo faltaron unos cuantos pollos para que el cuadro hubiera estado redondo. En total, contando los «voluntarios» de la capital, fueron cien las personas que hicieron posible la postal viva de una situación que fue pura cotidianeidad para nuestros padres y güelos . La llegada del «coche de línea» a la plaza, los pasajeros que descienden, las mujerucas atareadas con sus tajas y cestos, quizás tomando el camino del Bernesga para ir a lavar sábanas y camisas; los hombres leyendo un Diario de León de aquel entonces, y los rapacines, como siempre en toda época y lugar, enredado, persiguiéndose y cayendo sobre el empedrado de la plaza para levantarse luego como si nada hubiera pasado mientras un Ford dobla la esquina con paso firme y casi solemne. Vamos, un día normal. El nuevo Calendario, que rinde homenaje a aquel León nostálgico y rural de mediados de siglo, está dedicado también a la infancia. Y así, pequeños grandes actores aparecen en él, como Héctor Cabezas, quien actuó en todo momento como un verdadero profesional, sin asomo alguno de nervios.

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