La Generalitat retira más de 3.900 artículos de broma que emitían descargas de hasta 1.000 voltios
La Agencia Catalana de Consumo ha inmovilizado un total de 3.966 artículos de broma, como bolígrafos, encendedores y paquetes de chicle, que emitían descargas eléctricas de hasta 1.000 voltios, por ser un riesgo potencial para la salud, especialmente en niños y ancianos. La mayoría de estos productos requisados eran adquiridos por los menores en bazares chinos y tenían una potencia de descarga tres veces mayor que la de un enchufe simple, que es de 220 voltios. Fuentes de la Generalitat señalaron que se han retirado del mercado 2.213 encendedores, 1.415 bolígrafos y 338 paquetes de chicles en bazares y otros establecimientos de Barcelona. Los artículos retirados estaban fabricados en China y eran capaces de emitir descargas eléctricas de entre 700 y 1.000 voltios, en función de la intensidad con la que se apretaba el mecanismo de acción del circuito, que estaba alimentado por una pila que produce un tren de impulsos de unos 800 voltios y una frecuencia de 1,66 kHz. El director de la ACC, Enric Aloy, aseguró que todavía quedan por retirar del mercado cerca de 2.000 artículos de este tipo, a pesar de los ya retirados desde febrero. Los objetos, de origen chino, fueron importados a España desde Madrid y de allí se distribuyeron a diferentes comunidades autónomas. El mecanismo de descarga La descarga se producía al accionar el pulsador, que en el caso del encendedor se activaba al accionar el fuego y en el bolígrafo al sacar la punta, mientras que el mecanismo se activaba en el paquete de chicles al estirar y tratar de coger uno de ellos. Según la Agencia Catalana de Consumo, en el mejor de los casos la descarga eléctrica producía una sensación desagradable, pero para personas especialmente sensibles, como niños o personas mayores que llevan un marcapasos, la descarga constituía un peligro para su salud. Las mismas fuentes señalan que los artículos no alertaban del peligro que suponía su uso y que las informaciones sobre su empleo y los riesgos son breves y están escritas en inglés. Desde la Agencia Catalana de Consumo se recuerda que los artículos de broma están regulados y los responsables de su puesta en el mercado están obligados a identificarlos con el nombre, razón social y domicilio. También deben incorporar en su interior instrucciones concretas de usos y alertas sobre los eventuales riesgos, y toda esta información debe estar en alguno de los idiomas oficiales en Cataluña.