Diario de León

EL AULLIDO

Musac: ¿Emergencias?

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LUIS ARTIGUE
León

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POR MÁS QUE TRATE de maquillarse, el fracaso de la primera exposición del Musac titulada Emergencias es un hecho, y así lo han certificado importantes personas relacionadas con el mundo del arte y la cultura de esta Comunidad. Así Eduardo Arroyo, una de los pintores importantes del panorama actual, ha afirmado tras visitar la exposición que «todas estas obras tienen fecha de caducidad». José Sánchez Carralero, Catedrático de Bellas Artes, Premio Castilla y León de pintura y premio BMW aseguró estar de acuerdo con esa opinión como también lo están, y así lo han manifestado, otros artistas leoneses como Modesto Llamas Gil, Alejandro Vargas, Bruno Marcos o Amancio González, por citar algunos. Por supuesto que no hay unanimidad -ni mucho menos- en lo que tiene que ver con la idoneidad de la colección del Musac, ni en cuanto a cómo se están gastando el dinero público: nuestro dinero. Pero no sólo los artistas han certificado, como decíamos, el estrepitoso fracaso de esta exposición: el mundo de la crítica de arte también ha salido al paso del criterio único y unívoco con el que se está confeccionando la colección del Musac. Así el Babelia, suplemento cultural del periódico El País, publicó el 23 de julio un interesante artículo sobre Emergencias titulado «El Triunfo del Comisario» en el que se nos hacía ver como Rafael Doctor no es más que un comisario y la colección del Musac la imposición que el comisario hace al público¿ Ciertamente en ese exponente de la cultura del pelotazo llamada arte contemporáneo quien mejor negocio hace nunca es el artista ni la institución sino el comisario de arte. Parecida opinión se ha podido leer en oros periódicos y, por poner otro ejemplo, en la sección de cultura del Diario de León, Verónica Viñas nos ha dado repetidamente datos sobre como en el Musac están casi los mismos artistas que en el AC de Burgos; sobre los despilfarros económicos como el de la inauguración -que costó un millón de euros, según dicen- e incluso ha escrito sobre cómo se gestiona la discrepancia por parte del Museo afirmando la periodista que creen que «semos de pueblo». Estos ejemplos -hay otros- muestran que tampoco existe unanimidad entre la crítica y la prensa. De hecho cuesta ver publicadas opiniones entusiásticamente favorables sobre dicha exposición salvo entre el entorno del MUSAC, y entre quienes fueron muy generosamente agasajados en aquella inauguración sufragada con dinero público y tan parecida a la boda de la famosa hija de Aznar -perdón, no recordamos el nombre-. Tampoco los intelectuales están de acuerdo con el criterio blindado con el que se ha confeccionado la colección del Musac, ni les mueve ni conmueve esta exposición criptográfica llena de fotos de gran formato, videos, instalaciones y artificialidad. Con razón afirmó Agustín García Calvo que «el interés del llamado arte contemporáneo se resume en dos palabras: mover capital». Pedro García Trapiello se refiriere al Musac como «basílica de la supercontemporaneidad en la que absolutamente todo lo que se exhibe ha sido copiado, fusilado y presentado como original», y en este mismo sentido especialmente brillante me parece José María Merino: «¿existe algo menos museable que lo que aún es emergente?». Pero para finalizar pensemos en el público. Pregunten y verán como mucha de la gente no especializada que ha visitado Emergencias no ha entendido nada, otra ha sentido que la tomaban el pelo y, quienes además conocían los precios de las obras allí expuestas se daban cuenta de que, como decía Machado, algún «necio confunde valor y precio». Abordada desde distintos puntos de vista queda claro el maquillado pero fehaciente fracaso de Emergencias; de esa exposición caprichosamente elitista que encima se atreve a comerciar con la desgracia para incluir demagógicamente cierto discurso social.

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