Diario de León

EL PULSO Y LA CRUZ

Atisbos de lo inefable

Publicado por
ANTONIO TROBAJO
León

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Con pocos días de diferencia nos llega, en forma de latigazo, la noticia inesperada de dos fallecimientos. Dos sacerdotes se nos han ido precipitadamente a la otra ribera de la vida: José Antonio Carro Celada, en Madrid, y José María Moratiel Villa, en Rodiles (Asturias). Con muchas coincidencias en sus biografías: además de su sacerdocio, los dos tenían la misma edad (recién jubilados de sus tareas profesionales), los dos dedicaron mucho tiempo de su vida a la enseñanza (en concreto, de la literatura), los dos eran escritores, y los dos tenían mucho de poetas. José Antonio no superó un postoperatorio; José María no resistió la tensión de un peligro grave de ahogamiento. José Antonio (hermano del también sacerdote Esteban, profesor de la Universidad de León, fallecido en accidente de circulación hace unos años) nació en Astorga, donde fue ordenado presbítero; fue profesor en el Seminario de la Bañeza, en el Colegio diocesano de San Ignacio y en el Instituto público Gil y Carrasco, ambos de Ponferrada. En 1977 se trasladó a Madrid, donde trabajó en las revistas Ecclesia y Actualidad Catequética, y en la Cadena COPE de radio. Desde 1985 y hasta el pasado diciembre fue director de la revista Ecclesia, que se publica bajo los auspicios de la Conferencia Episcopal Española. Tiene publicados varios libros (algunos de poesía y crítica literaria) y obtuvo algunos premios literarios. Liberado de la dirección de Ecclesia, eran muchos los proyectos que estaban en su agenda. Ha tenido que ir a los brazos de Dios -el mejor objetivo de todos- a terminarlos. El pasado lunes fue despedido en su ciudad natal, cuyo Ayuntamiento decretó, por su muerte, día y medio de luto oficial. José María había nacido de Sahechores de Rueda, ingresó en la Orden Agustiniana, a la que ha pertenecido sus últimos cuarenta y siete años de vida. Especialista en Clásicas y en Literatura Española, fue profesor de estas materias en el Colegio Ntra. Madre del Buen Consejo de la ciudad de León a lo largo de 39 cursos. Publicó varios trabajos de investigación y crítica literaria en las revistas agustinianas, era asiduo colaborador del suplemento dominical cultural «Filandón» de este diario y acababa de poner en la calle un libro de poemas, «Ensayo de tu voz». Cuando ya disfrutaba de una jubilación dorada, con muchas ilusiones en su corazón enfermo, se nos fue, por esas cosas que tiene la providencia, a escribir su último poema en colaboración con la ternura de Dios. El pasado miércoles fue enterrado en la capital. Descansen en paz dos hombres que a lo largo de su vida buscaron con ahínco desvelar el misterio de la intimidad de Dios, de los hombres y del cosmos. Algún atisbo de lo inefable han dejado a nuestra disposición, en su vida y en sus obras. En ellos se cumple una vez más la alegoría del grano de trigo. Nos comentan que los editores españoles del «Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica», que promulgó el Papa Benedicto XVI el pasado 28 de junio, están trabajando a toda máquina. Es de agradecer. Por eso, dentro de poco tiempo podremos tener en nuestras manos la edición española de este «Compendio», que consta de 598 preguntas y respuestas a lo más nuclear de la fe católica y que, en la edición vaticana, ocupan doscientas páginas. El mismo Papa le ha marcado finalidades a esta obra: desea que contribuya a la deseada renovación de la catequesis y de la evangelización, para que todos los cristianos -adolescentes, jóvenes y adultos, familias y comunidades- puedan experimentar la riqueza de la fe, que los anime a ser ellos mismo personas que ayuden a otros a encontrar a Cristo, cuyo carácter central en la vida se subraya en este compendio. Será cosa de empaparnos de su contenido, cuando tanto relativismo e indiferencia nos acechan. Más madera. Valdesandinas del Páramo está que no cabe en sí: el Papa ha hecho a un hijo del pueblo Obispo en USA (San Antonio, Texas): Rutilio J. del Riego Jáñez es el elegido. Operario diocesano, nació en 1940 y lleva toda su vida al otro lado del charco. Que sea para bien. De fiesta andan este fin de semana en Pobladura de los Oteros, porque homenajean a su Fray Pacífico, capuchino nacido allí, que fue un gran misionero, un hábil publicista y el alma del belenismo leonés. Y de jolgorio altruista anduvieron las gentes de Molinaseca, que hasta una chorizada organizaron para cubrir los gastos que generará la restauración del retablo de su iglesia parroquial de San Nicolás. También en el reino de Dios caben los bocadillos de chorizo.

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