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León

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EN VERANO sólo cambia lo accidental, lo esencial permanece. Por ejemplo, Ana Obregón se empeña en ser más famosa por los posados que por su trabajo, aunque luego reivindique que es una «curranta» y que no la respetan, cuando tenía que empezar por respetarse ella. Aznar posa en el barco de Flavio Briatore con un cuerpo 10 mientras su yerno, Alejandro Agag, parece que sigue enredando, que es algo que practica con esmero. La única estrella emergente es Elsa Pataky, de la mano de Garci, un director que crea firmamentos y escribe como los ángeles. La política tampoco se sale del guión. La mayor parte de los ministros están de vacaciones y si surge un problema esperan que se apague sólo. Algunos incendios, los de los bosques, no se apagan de ninguna manera y media España se quema. Los muertos y los miles de hectáreas quemadas se han olvidado ya. Estamos atravesando «la crisis del pollo», como antes tuvimos «la crisis de la barbacoa» y los ministros que están, que algunos ni eso, se quitan el muerto de encima echando la culpa a los excursionistas, a los conductores o a la mala suerte. ¿Qué hubiera hecho y dicho Rubalcaba si, en tiempos del PP, en un cuartel hubiera pasado, además, lo que ha pasado en Roquetas? Rubalcaba hubiera «quemado» el Parlamento y hubiera echado a los caballos a los ministros populares responsables y también a los que no. Pero los principales fuegos siguen estando en la gobernabilidad del país. Con ERC las cosas van cada día peor, como era de esperar, y el PSOE no podrá aprobar un Estatuto que abra el camino a la secesión o a la independencia, salvo que Zapatero y compañía se vuelvan locos. Por eso, ahora, están realizando contactos con el PNV, por si el socio catalán se les planta y les deja tirados, entre otros en el debate presupuestario. Un cromo por otro y un aliado imposible por otro... casi igual de imposible. ¿Las conversaciones son serias o solamente un aviso a Esquerra de que pueden prescindir de ellos? ¿Y que pasaría en Cataluña si ERC retira su apoyo al PSOE? ¿Qué ofrecerá Zapatero a Ibarretxe a cambio de su apoyo? Cuando se carece de un proyecto global y no se negocia con quien puede garantizar la estabilidad institucional, se avanza hacia lo inaudito: que grupos de mínima representación y pocos votos acaben dictando no sólo la política en Cataluña o Galicia, sino en todo el territorio nacional.