Diario de León

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ATENTA la compañía: está engordando la luna estos días días de estío que estían con estiaje feroz de boca en llamas. Cuando por la noche la luna crece tras un día de severo castigo del sol, hay gentes que van y vienen de la modorra al delirio y pueden acabar en el disparate. La corteza del cerebro se les hace agua de tanto batir pensamientos. Y la mangan parda... o roja de sangre hervida. El calor hace de la razón un horno donde se cuecen fantasmas como hogazas. En las siestas de verano, las ensoñaciones son más intensas; lo sabe y lo teme quien propende a pesadillas. Las grandes revoluciones de la historia siempre ocurrieron en tiempos de calor. En invierno la gente está de taparse y de aguardar aguantando. Lo de Carrizo, por ejemplo, fue un calentón de ferragosto, aunque llevara recociéndose en muchos inviernos del alma. Después vino, no menos calentorro, el «marmureo» del personal, la «marmuración» que corre de terraza en mostrador como un tsunami de ribera que deja hecha trizas famas y honras (este país vive siempre en la cocina del vecino). No parece haber otro asunto en los pueblos del Órbigo que estos días amanecen preñados de calzón corto en edad larga, paisanas de pelu y paseín o jumentud con camisetas de propaganda y colores que provocan estrabismo. Todos saben lo que no saben. Deambulan aburridos a estas alturas de la vacación, se hablaban lo justo y lo requetedicho en barras y veladores, pero el notición de la tragedia les proporcionó munición sobrante para el chismorreo de acera con consumición a la sombra. Este calor fermenta sospechas y especulaciones que se multiplican como hongos sobre podrido. Ya son ganas. Esta luna... Una paisana aloriada tira a su nieto por el balcón: le desquició la criatura. La otra quema a su padrastro. Y aquella de allí acuchilló al suyo. Una hija de puta mata al reconciliador hermano Roger de Taizé. Hasta los directores de telediarios acusan estas insolaciones y embuten en sus ¿informativos? toda noticia tremenda que tenga truculencia y cuchillada, reventón o carnicería, que es la mejor forma de apagar un fuego echando gasolina a manguerazos y así, quien necesite ideas, en la tele las encontrará. Hay gente a la que habría que echarle hielo debajo del sombrero.

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