| Análisis | Las relaciones entre la Iglesia Católica y el Judaísmo |
Reconstruyendo los puentes con los judíos
Ratzinger tiende una mano a Israel, pero sin usar las palabras «culpa» y «perdón»
Si Benedicto XVI afronta hoy un programa eminentemente político, el de ayer estuvo marcado por el diálogo interreligioso. La visita del Pontífice a la sinagoga de Colonia pasará a la historia como uno de los capítulos centrales de su paso por Alemania. Antes de reunirse con representantes de la Iglesia evangélica y musulmana, Ratzinger absolvió una deuda histórica convirtiéndose en el primer Papa que visita una sinagoga en el país del Holocausto. Recogió el testigo de Juan Pablo II, quien viajó a Jerusalén y, siguiendo la tradición judía, introdujo en el Muro de las Lamentaciones una carta, en la que pidió perdón por la persecución de los judíos. No obstante, aunque participó del kaddish, la oración judía por los muertos, Benedicto XVI no quiso ir tan lejos como su predecesor, que en el 2000 entonó por primera vez el mea culpa ante Israel. Las bases Este Papa, que ayer sentó las bases de su pontificado, encaró la espinosa relación de la Iglesia Católica con el Judaísmo cuando abogó por estrechar lazos con el pueblo judío y cuando advirtió que el antisemitismo también es anticristiano. Pero prescindió de las palabras «culpa» y «perdón»; y aunque condenó el nacionalsocialismo, no mencionó el respaldo tácito que el Vaticano prestó al régimen del Tercer Reich. Joaquín Navarro-Valls, el portavoz del Pontífice, había dicho la víspera que Juan Pablo II fue un hombre de gestos, y que Benedicto XVI, lo era de palabras.