Cosas de aquí | Peludos y suaves
...De acero y plata de Luna
El burro, animal de carga en peligro de extinción, está presente en Vegas del Condado, donde nacieron tres ejemplares en el último mes; no para trabajar, sino para disfrutar
«Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro». Así comienza Platero y yo, la popular obra de Juan Ramón Jimenez de la que parece haber tomado ejemplo Alejandro San Martín, de 27 años, que tiene en sus campos de Vegas del Condado, siete burros, tres de ellos nacidos este mes. Natural de León, Alejandro es un apasionado de los animales, ya sean perros (tiene siete), caballos (quince, de los que se tuvo que deshacer cuando adquirió los burros), ovejas (tuvo más de 35), además de pollos o conejos, entre otros, y todo esto sin darles más utilidad que la de disfrutar de su compañía. «Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe», escribió Juan Ramón. Cada día, cuando llega a su finca con el coche, el sonido del claxon sirve a los burros como señal de la presencia de su dueño, y se lo hacen saber acercándose a la valla, donde esperan los trozos de pan que, a veces, Alejandro les da como premio a su buen comportamiento. Hasta allí se acercan las recién mamás Linda , Estrella y Lola , siempre acompañadas por sus crías, todavía cobardes que se refugian a su lado. Y el macho, Rocco , bautizado así no por casualidad, permanece quieto, conocedor del cargo que allí ocupa. Ahora, este amante de los animales enseña orgulloso los tres burrines que, tras trece meses de gestación, se muestran juguetones e inmaculados, mirando sin que se puedan describir en una sola frase. «Es tierno y mimoso igual que un niño, pero fuerte y seco por dentro, como de piedra».