Diario de León

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Palillos a la mar

El norteamericano Robert McDonald botó en Amsterdam un barco construido con quince millones de palos de helado y con el que espera cruzar el Atlántico

El barco, con una tripulación de 25 personas, pesa 12 toneladas y mide 15 metros de eslora

El barco, con una tripulación de 25 personas, pesa 12 toneladas y mide 15 metros de eslora

Publicado por
Marta D. Brown - redacción
León

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Para Robert McDonald, lo mejor del helado empieza una vez que se llega al palo. Ese pequeño trozo de madera, inútil para la mayor parte de la gente, ha logrado estimular su imaginación hasta límites insospechados. Hace unos días, en el puerto de Amsterdam, hizo realidad su sueño de botar una réplica de un barco vikingo de quince metros de eslora construido con quince millones de palos de helado. El capitán Rob es un antiguo especialista de Hollywood que ahora reside en Holanda y que se ha metido a filántropo con la Fundación Corazón del Mar, que ayuda a los niños ingresados en hospitales. Deseoso de que su hijo de ocho años desarrollara una actitud positiva hacia el reciclaje de materiales que a menudo terminan en el cubo de la basura, McDonald empezó a construir barcos con palos de madera en el año 1999. Primero fueron miniaturas y, después, naves más grandes ya capaces de transportarlo a él sobre las aguas. Ahora, espera que su récord sea reconocido oficialmente en el libro Guinness, ya que la suya es la escultura más grande jamás construida con palos de helado. El corazón del mar es una réplica exacta de los barcos vikingos que transportaban a cerca de treinta personas en misiones bélicas o comerciales y tardó dos años en ser construido de forma artesanal. Equipada con remos y un mástil de diez metros de altura, la nave pesa doce toneladas y está construida a base de tablas de madera de abedul. Cada par de tablas está compuesto por diez mil palos de helado pegados entre sí con una lata de siete kilos de pegamento resistente al agua salada. Cadauno de los pequeños palillos han sido pegados cuidadosamente por McDonalds y dos voluntarios en un taller holandés donde a menudo recibía las visitas de escolares locales que eran invitados a participar en los trabajos manuales. «Es un sueño hecho realidad. Realmente merece la pena todo el trabajo duro -afirma McDonald-, aunque no quiero volver a ver el pegamento en mi vida y no creo que tenga prisa en volver a ver los palos de helado». Para la parte más técnica del asunto, ha contado con los consejos de algunos de los más destacados constructores de barcos holandeses. Gracias al bautismo marino de ayer, McDonald ya ha podido comprobar que su nave artesana flota. Ahora espera lograr, junto a las veinticinco personas de su tripulación, que consiga navegar por las costas de Europa y después atravesar el Atlántico siguiendo la ruta que los vikingos hicieron hace mil años. Espera confirmar así que la teoría de que los antiguos pueblos nórdicos pisaron tierra americana varios siglos antes que Colón no es un imposible. «Ése es mi objetivo final, navegar a través del Atlántico en el barco al estilo vikingo», asegura McDonald. Para ello tiene pensado dormir en hamacas colgadas en la cubierta o acampando en la costa cuando sea posible. McDonald no ha tenido que comerse 15 millones de helados para reunir ese gran número de palos. Una parte de la materia prima de su barco fue recolectada por niños de todo el mundo y el resto fue donado por el principal patrocinador de la aventura, el fabricante de helados Ola (que en España comercializa con la marca Frigo), que también le proporcionó las instalaciones adecuadas para montar su astillero particular. El capitán Rob es el artífice de la Fundación Corazón del Mar, que se propone llevar diversión a los niños ingresados en hospitales. «La fundación trata de dejar que la creatividad te ayude a encontrar soluciones para cualquier desafío que se plantee. Lo que quiero es inyectar alegría y creatividad en las vidas de los niños a través de los sueños cumplidos», asegura.

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