| Visto y oído |
Días de trilla y santos
La trilla en el recuerdo Los vecinos de la localidad de San Cipriano de Rueda, aprovechando sus fiestas patronales, pusieron en escena la representación al aire libre de lo que ha sido, hasta hace unos años, la trilla que se realizaba en la era de los pueblos. Cerca de doscientas personas de la zona se dieron cita para no perderse esta histórica representación. Unos para recordar esta actividad de la que fueron protagonistas desde pequeños, otros para ver lo que sus padres les contaban respecto a la trilla y, los más jóvenes, para conocer lo duros que eran hace años los trabajos de los pueblos y sus gentes. Una vez colocadas las vacas al yugo y atacadas al carro que portaba la cebada y el trigo, se inició un recorrido de algo más de medio kilómetro para llegar a la era donde todo estaba dispuesto para iniciar la trilla. La mayor parte de los vecinos, mayores y jóvenes, iban disfrazados con ropas de la época lo que daba a esta estampa viva un mayor ambiente. Tras la llegada a la era, cientos de personas comenzaron a colocarse alrededor de la zona donde se había colocado la paja en forma de círculo y donde, más tarde, se extendería el trigo y la cebada. Una vez suelta la pareja de vacas de carro, se ataron al trillo y, mientras una perdona guiaba la pareja, otra montada en el trillo hacía peso para que el efecto de la trilla fuera mejor. En definitiva, una forma más de poner en escena momentos ancestrales que recuerdan lo duro que entonces eran las labores y los trabajos del campo. Una escena que los vecinos de San Cipriano de Rueda, en colaboración con algunos de Santa Olaja de Varga, supieron representar a la perfección. La ermita de San Pelayo Los vecinos de Oville se reunieron en la mañana de ayer para inaugurar la construcción de la ermita de San Pelayo. Hace un mes, acordaron reconstruir la ermita de la que sólo quedaban unos restos y que según queda recogido en algunos escritos, data del año 1640. No obstante, la ermita llevaba más de 175 años derruida y de ahí el afán por reconstruir esta joya de Oville. El trabajo de la gente y una aportación de unos 3.000 euros lo han hecho posible. Además, como se carecía de imagen, se tuvo que recurrir a internet para hacerse con un santo que costó 300 euros. La celebración se inició con una procesión desde uno de los prados bajeros hasta subir el santo a la ermita. Tras descubrir una placa y escuchar el escrito leído por Carlos Morán recordando la historia de la ermita y del pueblo, se inició una misa tras la cual se degustaron aperitivos preparados por la gente del pueblo.