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Publicado por
ROSA VILLACASTÍN
León

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DESDE QUE SE HIZO pública la noticia de que Carmen mantenía un romance con José Campos, un santanderino sin más título que el de haber sido campeón de España de salto de longitud, a más de una y a más de dos amigas de su madre tuvieron que darles el frasco de las sales. ¿Cómo aceptar, sin que los pelos se te pongan como escarpias, que una mujer que ha superado los cincuenta, nieta del mismísimo Franco y madre del heredero de la corona francesa, pueda andar por esas playas del Norte, retozando con un hombre más joven que ella, y además sin posibles? La historia, con diferentes matices e interpretaciones, ha corrido de boca en boca durante todo el verano, haciendo las delicias del respetable de media España. Más que por la personalidad del novio, por el hecho de que Carmen Martínez-Bordiu se haya vuelto a enamorar o a encandilar de un hombre de futuro incierto. Y digo yo, ¿quiénes somos para saber qué siente una persona que no es la primera vez que rompe con todo, por seguir la estela del amor? ¿Acaso estaríamos dando tanto bombo al asunto si el famoso y pudiente fuera él, y ella la guapa y desconocida? Estoy segura que no, por una sencilla razón. Todavía existen en la sociedad española muchos prejuicios sobre las mujeres, sobre sus venturas y desventuras. Enamorarse de una persona más joven no demuestra más que el corazón no sabe nada de fechas ni de calendarios. Y es muy posible que José Campos le haya proporcionado a Carmen la tranquilidad que no tenía. A qué mujer no le gusta sentir mariposas en el estómago cuando un hombre la mira. A ella estoy segura que sí. Lo peor vendrá cuando José salga de su entorno y se lance a la aventura de querer retener a Carmen entre sus brazos, bien sea en Santander o en Sevilla, pero siempre en campo contrario. Supongo que a estas alturas del verano ya sabrá que Carmen es de ese tipo de persona a la que hay que dejar volar, pues de lo contrario se aburre. Y el aburrimiento es muy mal consejero en todas las relaciones, pero en una que acaba de comenzar, peor. Si fuera inteligente, José debería dejar que Carmen volviera al punto de partida, con sus amigos de siempre, y si vuelve es que los lazos que les unen son más fuertes de lo que piensan quienes creen que ésta es una serpiente de verano y punto.