| Crónica | Turismo peligroso |
El mítico Castel Sant'Angelo italiano se cae a trozos
La fortaleza romana que sobrevivió a casi veinte siglos de asaltos, guerras y conspiraciones políticas está al borde del colapso y la ruína por la desidia y el descuido de sus responsables
Uno de los símbolos más famosos de la Ciudad Eterna, Castel Sant'Angelo, ha vuelto a los tiempos más oscuros de su historia cuando entre sus muros se torturaba y se moría. Un paseo por las pocas zonas aún abiertas a los visitantes muestra un estado tan degradado que pone en duda que este sea el tercer monumento más visitado de Roma. Las muestras de abandono se multiplican y dan al recinto un aire tétrico y melancólico. Lámparas llenas de telas de arañas, señalización ausente, gruesas manchas de humedad que invaden techos como el de la Capilla de León X, muros desconchados. En el patio de la Balestra, la ballesta que le da nombre se ha convertido en un triste trozo de madera tan solo útil para hacer un buen fuego con él, mientras el cuadro eléctrico, sin ningún tipo de protección, está a disposición de quien desee apagar o encender las luces de edificio a su antojo. Irónicamente sólo la armería parece un lugar seguro ya que gran parte de las armas antiguas se encuentran en restauración. «Estamos al borde del colapso, aquí cae todo a trozos», repiten los pocos vigilantes que aún quedan. Los turistas y las autoridades han conseguido lo que ni los bárbaros habían logrado: destruir Castel Sant'Angelo, un edificio que había resistido a numerosos asaltos desde que el emperador Adriano lo construyó como mausoleo en el año 271 D.C. Transformado posteriormente en castillo, en 1277 pasó a ser propiedad de El Vaticano que lo unió con un corredor, al palacio pontifical. Ahora los romanos sólo esperan que su querido Castel Sant'Angelo vuelva a ser símbolo de la Ciudad Eterna con la dignidad que este símbolo merece.