Impuestos y resumen
DESPUÉS de seguir paso a paso las idas y venidas de medio Gobierno en esta última historia de los impuestos, uno llega a la conclusión de que lo ocurrido en esas 48 horas resume de forma ejemplar la trayectoria política de ZP y su gabinete. El gasto sanitario lleva provocando desde hace años un déficit difícilmente asumible. Se han decretado «medicamentazos», se han puesto en circulación medicamentos genéricos y hasta se ha presionado a laboratorios y farmacias para abaratar productos. Pero el déficit sigue creciendo y habrá que tomar medidas. Y aquí empiezan las 48 horas. Tres ministros (Solbes como portavoz) anuncian la subida de los impuestos en tabaco, alcohol, gasolina y electricidad, y endosan esta papeleta a las comunidades autónomas. Horas después, el buen presidente se mete en uno de esos jardines que aprovecha la oposición para ponerlo en la picota: que si lo de beber y fumar es cosa de derechas o no hacerlo es de izquierdas; frase tonta, mal expresada y peor interpretada. Llega entonces la protesta de casi todos ante el anuncio de las subidas y la vicepresidenta afirma que si las comunidades no quieren, no habrá subida de estos impuestos indirectos. Y para poner la guinda, pasamos de una subida suspendida sobre la marcha al anuncio de ZP de bajar el IRPF. No se entiende nada y encima cometen errores de primero de política. ¿Qué errores? Pues yo veo tres fundamentales: el primero, que un Gobierno no puede decir algo para luego desdecirse. El segundo, que un Gobierno lo es de todos los españoles y se gobierna para el conjunto de españoles, y no para unas autonomías. Y el tercero es como los diez mandamientos de la Ley de Dios que se resumían en dos. Todo este lío lo resumía ayer la vicepresidenta repitiendo que «este Gobierno propone, no impone». Y lo dice como un triunfo, en lugar de asumir que ése es precisamente el gran error: cualquier Gobierno podrá dialogar, discutir, meditar, hablar... pero al final lo que hace, lo que tiene que hacer, su único deber es «ejecutar», es decir, imponer su criterio después de todas las proposiciones que quiera. Y si se equivoca o acierta, las urnas lo dirán, pero personalmente pido que Dios me libre de un ejecutivo que se limite a proponer. Y ése es el drama de ZP, su talante y su Gobierno.