Diario de León

Trazos de arquitectura en Cibeles

La segunda jornada de la pasarela muestra con escotes vertiginosos a una mujer femenina, sensual, fresca y juvenil

Torretta estrechó las cinturas de sus modelos

Torretta estrechó las cinturas de sus modelos

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Mercedes Rodríguez - madrid
León

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Jesús del Pozo anunció que su propuesta para la temporada de primera-verano en la Pasarela Cibeles iba a ser más arriesgada, pero que seguiría ceñido a su estilo porque un creador nunca puede perderlo. Riesgos tal vez pocos pero una vez más dio un espectáculo de maestría con sus cortes limpios y sus trazos de arquitecto. La propuesta más dinamizadora vino de la mano de la firma Ailanto en esta segunda jornada. A la hora de hablar de su colección, el diseñador madrileño destaca que ha subido el talle, y variado la estructura de las prendas, más despegadas ahora del cuerpo. Pero su estilo sigue centrado en los esmerados cortes arquitectónicos de las prendas, bien en chaquetas con cierto aire oriental que se repliegan para unirse en la espalda o en sus espectaculares vestidos de noche. Ayudado por las nuevas tecnologías, Del Pozo transforma el algodón en una textura similar a la fineza del papel, y lo emplea en faldas de pronunciado evasé; también aplica plisados ligeros, muy presentes también en otros desfiles, y huye de los piratas, tan extendidos en otras colecciones para diseñar pantalones pegados al cuerpo y al tobillo. En colores, la paleta va de los crudos a los irisados, blanco, caldero, malva, morado, rosa y tejas. Se mide con la alta costura en los diseños de noche, con propuestas como un ampuloso vestido en organza, gris en fucsia en que otra vez juega con los repliegues y cortes. Ailanto abrió la mañana con un aire fresco, animoso y juvenil. Los gemelos vascos que están detrás de la firma, Iñaki y Aitor Muñoz, han penetrado con éxito en el mercado nacional después de iniciar su despegue en Barcelona Para la primavera-verano del 2006 proponen varias tendencias. Una línea neohippy a base de vestidos y blusas sueltas en blanco o crudo rematadas con puntillas de encaje. Dominan las faldas con vuelo cosidas en distintos cortes, los vestidos imperio y algunos grandes volantes para rematar amplias blusas. Otra propuesta más llamativa utiliza la loneta en azules marino pero evolucionan en rayas de distintos colores en el bajo. Dicen que se han inspirado en El lago luz, en náufragos, para quitar rigor a sus prendas, cortadas a trozos deshilachados, pero son cortes de tijera muy estudiados. Entre los veteranos no hubo sorpresas. Roberto Torreta presentó una colección muy trabajada, especialmente en los tejidos. Unos tienen efecto plisado que componen románticos vestidos; en otros, como los algodones, se mezclan con hilos metálicos para darles una apariencia arrugada. El diseñador argentino propone dos tipos de mujer, una agresiva y otra romántica. En el caso de las primeras ciñe los vestidos y utiliza el cuero sometido a un proceso en el que pierde rigidez y adquiere la textura de un papel. Dentro de esta dualidad hay faldas con vuelo para las románticas en tela batista bordada y algodones, prendas que contrastan con trajes más ceñidos para la mujer urbana más desafiante. Pero desestructura las chaquetas para que pierdan severidad. El satén también cobra importancia en su trabajo y también recupera el lino. En colores, la gama va del blanco, crudo al amarillo, pasando por un tono granate o vino. Colores acompañados por tejidos como el cachemire, a pesar de los rigores estivales.

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