La prensa francesa airea las infidelidades a Sarkozy

¿Qué ha hecho Nicolás Sarkozy para merecer esto? La rentrée de las vacaciones está resultando especialmente dura para el ministro francés del Interior. Nada más volver se encontró con su esposa en la portada más llamativa de los quioscos: Cecilia, acompañada por su amante americano. «Soy el primer político francés que han tratado de esta manera», se lamentó ante sus colaboradores. Y tiene razón, porque nunca hasta ahora la prensa gala se había dedicado a airear los asuntos de cama de los miembros del Gobierno. Con una manga mucho más ancha que los americanos, los medios de comunicación y los electores franceses nunca se han dejado influir por una amante más o menos. De hecho, las primeras fotos del adulterio circularon varios días por las redacciones sin que nadie se decidiera a publicarlas. La faena se la hizo a Nicolás el propietario de París Match , Arnaud Legardère, al que él consideraba un amigo. Implicaciones políticas al margen, la revista llegó a tirar 900.000 ejemplares del número del 25 de agosto. Sin embargo, no fue la prensa la que difundió las primeras noticias de la infidelidad de Cecilia. En mayo, su rival en la carrera por la sucesión y entonces ministro del Interior la sorprendió en Petra con el otro. Dicen las malas lenguas que fue el propio Dominique de Villepin quien transmitió la primicia con un mensaje enviado a través de su móvil. Cuando Sarkozy volvió al Ministerio del Interior sancionó de inmediato a un alto funcionario de la prefectura de París, sospechoso de alimentar los cotilleos sobre su vida privada. A un grupo de parlamentarios de su partido les anunció su intención de limpiar el departamento ministerial de aquellos que conspiraron contra su familia. Una destape público que trunca el sueño americano que había seducido al matrimonio Sarkozy y que les llevó a presentarse a la prensa copiando los decorados e incluso las poses que escenificaran John F. Kennedy con Jackie a su lado. Pero, ya en abril, Cecilia reconoció que no se veía como primera dama porque no es «políticamente correcta».