Diario de León

Gente de aquí | Un alemán en Brimeda

El embrujo del fuego

Niels Köppen, fakir de profesión y afincado en la Cepeda desde hace casi dos años, sueña con abrir un centro en el que los jóvenes puedan aprender actividades relacionadas con el circo

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Maite Almanza - brimeda
León

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Su nombre es Niels Köppen, aunque cuando traga y escupe fuego se convierte en El Pyromántico, un apelativo que define muy bien su forma de entender la vida. Nació en Hamburgo (Alemania) en 1960, y con 19 años decidió que quería ser artista de circo. Trabajó con grupos de espectáculos de calle por todo el país, empezando en los patios de las casas a cuyos vecinos avisaban tocando una trompeta, hasta que llegó la profesionalización y comenzó a viajar por toda Europa, África e incluso Asia. En 1991 se instaló en España, y mostró su espectáculo en el Levante. La casualidad quiso que durante una actuación en Portugal conociera a unos músicos afincados en la localidad cepedana de Requejo, que lo invitaron a conocer la zona. Le encantó. «Me recuerda a Alemania, por el clima, y me gusta dormir fresquito por la noche», asegura. Por eso se trasladó a Brimeda hace casi dos años. Cada fin de semana, sobre todo en verano, recorre España haciendo faquirismo: cama de clavos, lanzamiento de cuchillos, tragar y escupir fuego, trabajar con cristales rotos o pasarse llamas por el cuerpo, son algunas de sus habilidades. Actúa sobre todo en mercados medievales, fiestas de pueblos y discotecas, repitiendo lo que durante más de 25 años ha realizado en espectáculos callejeros. Calcula que más de diez millones de personas lo habrán visto en directo, cuando también se balanceaba en el trapecio, y hacía acrobacias y juegos malabares, que en la actualidad practica con menos asiduidad. Los trucos del oficio Köppen planea crear un centro en el que los jóvenes que deseen dedicarse al mundo circense puedan aprender los trucos del oficio. Acompañado de otros profesionales de varias disciplinas, sueña con preparar cursos que les desvelen los secretos del fakirismo, el equilibrismo, las acrobacias, y otras facetas igual de apasionantes. Mientras llega ese momento, este hombre, que asegura que llegó a actuar sin cobrar ante un grupo de beduinos con el único fin de transmitirles conocimientos, se ha hecho cargo del bar de Brimeda, en el que ya comenzó a organizar actividades de distintos tipos. «Hay que ofrecerle a la gente cultura, traérsela a los pueblos, para que nos visiten quienes viven en ciudades más grandes, porque si no las localidades pequeñas se van a morir». Ése es su temor. Por eso reclama a la Administración «que se implique en ayudas a las poblaciones chiquitinas como ésta», mientras va adoptando los giros linguísticos propios de León.

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