El «síndrome anual recurrente» afecta a un 20% de la población
Con el inicio del otoño aumentan las consultas psiquiátricas
La falta de luz influye en el sueño y las comidas, aumentando las depresiones
Pérdida de energía. Hipersomnia (más horas de sueño). Más apetito, especialmente de dulces. Irritabilidad. Depresión. Esos síntomas se reproducen con especial incidencia a finales de septiembre y comienzos de octubre y no terminan por irse hasta que concluye el primer trimestre del año siguiente. Los especialistas han dado en llamar a esa situación depresión otoñal, síndrome anual recurrente o trastorno afectivo-emocional, episodios temporales de malestar psíquico que se traduce en un mayor número de visitas al psiquiatra. Así lo constatan los médicos consultados, que atribuyen esa situación principalmente a la falta de luz, que lleva aparejados cambios en hábitos alimenticios y en el sueño. La luz y la oscuridad, principal-mente, informan al cerebro para que segregue o deje de liberar ciertas hormonas, como la melatonina. «El tiempo es uno de los elementos que más influyen, y en las consultas ves a los propios pacientes que hacen referencia a los cambios de tiempo cuando tienen episodios depresivos u otros conflictos», explica el doctor vigués Cipriano Jiménez. No es nuevo el diagnóstico. Durante veinte años, Norman Rosenthal, profesor de Psiquiatría clínica de la Universidad de Georgetown (Washington, Estados Unidos) se dedicó a estudiar esta situación, hasta concluir con ese diagnóstico a mediados de los ochenta. «Ese bajón en el estado de ánimo y de la capacidad de disfrutar de la vida suele aparecer con la llegada de los días nublados, perdura durante el invierno y se va con los primeros soles», resume la psicóloga Iris Perla. El síndrome en Léon Según aquel estudio, este síndrome anual recurrente afecta, en diferentes escalas, a un 20% de la población, aunque en León podría ser algo mayor, dadas las frecuentes lluvias y el intenso frío de la comunidad. Hasta en un 85% se trata de casos de mujeres de entre 20 y 30 años (por factores biológicos y hormonales) y con antecedentes familiares de trastornos afectivos, podrían verse afectado por el síndrome otoñal. La tristeza y la apatía debido a la falta de luz podría repercutir en numerosos leoneses.