Diario de León

Censuran el olvido de Severo Ochoa en el año de su centenario

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Tomás García - madrid
León

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Si Severo Ochoa estuviese vivo, hoy cumpliría cien años. El científico asturiano aisló la enzima polinucleótido-fosforilasa -auténtica llave maestra del mapa genético- y por sus trabajos en este campo fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959. «Da la sensación de que el Gobierno no se ha enterado de quién es este hombre», censuró el escritor y periodista Marino Gómez-Santos, autor de la biografía Severo Ochoa y España , que acaba de publicar Trotta. «Es el único científico español, junto a Cajal, que ha recibido el Premio Nobel, y al cumplirse los cien años de su nacimiento le hacemos un homenaje de aldea», insistió con aspereza. Gómez-Santos manifestó que «sin las investigaciones de Ochoa, el mundo de la bioquímica y el mapa genético estarían aún en mantillas». El escritor y periodista puntualizó que la expresión «homenaje de aldea» no pretende ser despectiva. «Quiero mucho a Asturias, porque también es mi tierra, y estoy orgulloso que mis paisanos hayan movido Roma con Santiago para honrar la memoria de Ochoa, pero ¡hombre!, un Premio Nobel merece que el Gobierno lleve el peso de las celebraciones, pues tiene más medios que cualquier comunidad autónoma». Ante la pasividad del Ejecutivo durante todos estos meses, el Principado de Asturias tomó las riendas del asunto. «Me siento identificado con el empuje que han mostrado los asturianos y decepcionado con un Gobierno que todavía no sé si es ignorante, incapaz o las dos cosas a un tiempo», dijo Gómez-Santos. De Sara Montiel, nada El periodista define a Severo Ochoa (Luarca,1905-Madrid,1993) como un hombre «ensimismado» en su trabajo. «A veces se le olvidaba comer o cenar». El escaso tiempo de ocio que se permitía lo aprovechaba para leer, escuchar música, visitar museos y «extasiarse» frente al cabo Peñas, en su tierra asturiana. De su supuesto afaire con Sara Montiel, Gómez-Santos aseguró que no hubo «nada de nada». Ella dice en un libro que fue un amor a primera vista, que había química entre los dos. ¡Patrañas! El único amor de Severo Ochoa fue su mujer, Carmen García Cobián». «Sara Montiel -apostilló- «es una analfabeta integral que se aprovecha hasta de los muertos».

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