El acoso escolar está más extendido que la violencia contra las mujeres

El bullying o acoso escolar está más extendido que la violencia contra las mujeres. Si los malos tratos dentro de la pareja alcanzan un 2%, el hostigamiento sistemático en las aulas llega al 3%. No es pues un fenómeno marginal, pues, como dice el director de Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, José Sanmartín, el bullying es una forma de tortura. Para combatirlo, los profesores tienen que implicarse más. Según las respuestas de los propios escolares, en un 50% de los casos los docentes no intervienen. «Es más cómodo no darse por enterado», asegura Sanmartín, quien no oculta que detrás de este comportamiento hay muchas veces una actitud negligente por parte de quien puede evitarlo. Según los expertos, los que de niños ejercen el acoso escolar tendrán más posibilidades de adultos de pegar a su mujer. Durante las jornadas de IX Reunión Internacional sobre Biología y Sociología de la Violencia, que fueron inauguradas por la reina Sofía, se puso de manifiesto que el «bullying» es una manifestación de violencia escolar que se caracteriza por una hostilidad sistemática que conduce a la víctima a sentirse intimidada por un agresor. Uno de los primeros tópicos que intentan desmontar los expertos es la supuesta «ley del silencio» que envuelve estos sucesos. No en vano, nueve de cada diez víctimas cuentan el acoso que sufren, lo que no redunda, sin embargo, en la adopción de medidas. Una reciente encuesta publicada por el centro que dirige Sanmartín revela que en un 53% de los casos el profesor no interviene para resolver el conflicto, según confiesan los propios agredidos. Cuando son preguntados por las causas de esa inhibición, las víctimas las atribuyen a que los profesores no se enteran (74%) o a que «pasan» (14%). Venda en los ojos En opinión de Sanmartín algunos profesores prefieren ponerse una venta ante los ojos. «Es muy difícil no darse cuenta de que a un alumno lo están torturando», sentencia el experto. «No es de extrañar que, en estas circunstancias el profesorado presente altos índices de burnout , es decir, que esté quemado y que, en tasas asimismo elevadas, haga lo imposible por prejubilarse. España registra una proporción más elevada de acoso escolar que la media europea, aunque no se acerca a las índices de EE.UU. donde se aprecia una alta tasa de delitos que ponen en peligro la vida de los estudiantes. A la vista de la situación, Sanmartín demandó la aprobación de una ley contra el bullying que incluya un plan de acción basado en medidas preventivas. En este sentido, Suecia y Noruega han incorporado a sus leyes educativas preceptos para luchar contra el fenómeno y han puesto en marcha programas de intervención, según subrayó Dan Olweus, uno de los pioneros en el estudio del problema. La inmigración no es sí un factor de riesgo, toda vez que el «bullying» afecta también a niños de clases sociales acomodadas.