Gente de aquí y de allá | Esperanza después de Pol Pot
Danza de corazones minados
Cincuenta niños víctimas de las minas antipersona participan el sábado en un festival de danza cultural camboyana en el Auditorio para recaudar fondos para una escuela de secundaria
«En Camboya hemos pasado por una guerra muy cruel que ha destrozado el país, el tejido social y ha minado la sociedad civil. Las minas no sólo están en la tierra, sino en el corazón de la gente». Enrique Figaredo, prefecto apostólico de Battambang, en Camboya, describía ayer de esta manera la situación que vive el país asiático después de la irrupción de un grupo genocida que asesinó a dos millones y medio de personas en un país de menos de ocho. El obispo desgranó la situación de desesperanza que provocó este régimen comunista y la guerra que tuvo lugar después -no hay fé, sino desconfíanza- y manifestó que, pese a todo, la cultura y las tradiciones están ayudando a la población a recomponerse. Sin embargo, aún quedan miles de minas antipersonas que siguen destrozando los cuerpos y las vidas de no menos de tres personas al día. En medio de esta tragedia se crea en 1990 la fundación Banteay Prieb, una escuela de formación de discapacitados y la oenegé Sauce -solidaridad, ayuda y unión crean esperanza-. Ambas tratan de conseguir los fondos necesarios para construir una escuela de educación secundaria en una de las zonas del país más castigadas por este arma. Para lograr que este objetivo se cumpla, monseñor Figaredo ha puesto en marcha una gira artística por España con el grupo de baile de Tahen, que este domingo desembarca en la ciudad. Este conjunto de danza -que ya ha visitado las ciudades de Madrid y Barcelona- está integrado por cincuenta niños de entre 12 y 23 años que muestran el folclore y la música tradicional camboyana a través de nuevos espectáculos en los que tratan de reflejar la tragedia y, al tiempo, la esperanza de Camboya. En la presentación de esta gira acudió el obispo Figaredo junto a tres de los niños -los tres mutilados- que forman parte del conjunto artístico. Los tres destacaron la gran labor realizada por la fundación y todos ellos narraron su experiencia vital, que en los tres casos comienza el día en que las minas se cruzaron en su camino. Lo que en cualquier otro caso habría sido su muerte social, se convirtió gracias a la labor del obispo Figaredo en el comienzo de una vida con muchas más posibilidades de futuro. Hoy en día, los niños con la suerte de llegar a la misión de monseñor Figaredo -niños que en situación normal jamás estudiarían- tienen la oportunidad de reforzar su formación logrando de esta manera que el accidente que sufrieron no se convierta en un impedimento social además de físico.